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Al heroico pueblo palestino
La tradición no es la adoración de las
cenizas, sino la preservación del fuego.
Gustav Mahler
Segunda parte y última.
La generosidad de Asturias trascendió lo inmediato. En 1974, poco antes de morir, donó sus manuscritos a la Biblioteca Nacional de París y fundó la Asociación Archivos de la Literatura Latinoamericana, del Caribe y Africana del Siglo xx, que se dedica a salvaguardar el legado de los grandes autores del siglo pasado. Este gesto pionero, único en el mundo, dio lugar a la Colección Archivos, empresa editorial que publicó obras monumentales de la literatura. Este legado a la humanidad de parte de Asturias, lo remarca Amos Segala, director de dicha Colección: “Para valorar la generosidad de este gesto, recordemos que Asturias había recibido ofrecimiento de hasta 100,000 dólares por una parte de sus archivos, de instituciones como la Universidad de Boston”.
Para dimensionar el valor económico de una obra contemporánea de Asturias, recordemos el caso del gobierno francés que aceptó dinero de la viuda sirio-francesa Nahed Ojjeh, cuyo multimillonario esposo, Akram Ojjeh, hizo fortuna con el comercio de armas, para que la Biblioteca Nacional de Francia adquiriera el original de la novela autobiográfica Viaje al fin de la noche, de Louis Ferdinand Céline, escrita en 1932, que fue subastada el 15 de mayo por la Casa Piasa en un millón 800 mil dólares. La novela consta de 876 páginas de borradores y copias en limpio; cada página costó 2,055 dólares. Otro ejemplo de alguien que nació igual que Asturias, en 1899, y que estuvo entre los finalistas (igual que Graham Greene) del Premio Nobel de Literatura junto a Asturias, es el de Jorge Luis Borges, de quien la Biblioteca Nacional de Madrid adquirió el manuscrito en tarjetas postales y pequeños pedazos de papel de “El aleph” que Estela Canto, exnovia de Borges, vendió a la galería Sotheby’s de Nueva York, en 1985, en 27 mil dólares.
El legado de Asturias no es sólo literario; en su obra también se refleja su posición política, su visión de los problemas inmediatos del país y del mundo. En la vida real tuvo un activismo, una lucha tenaz, pocas veces reconocida, contra las dictaduras sucesivas guatemaltecas de cualquier signo. Claude Couffon reproduce en la presentación de Viernes de Dolores, “Revolución”, un artículo de Asturias aparecido el 31 de diciembre de 1921 en Claridad: “La juventud está obligada a dar el último puntapié a tanta mentira que pugna atrevidamente por echar raíces en los terrenos de un siglo por excelencia revolucionario.
“La hora actual no se conforma con mentiras. La hora actual no es de los militares. La hora actual no es de los políticos profesionales. La hora actual es de la juventud, es de los obreros.
“A la juventud, que no ha de seguir pasivamente detrás de las multitudes que explotan los políticos y fanatizan los dogmas, corresponde levantar la bandera revolucionaria. Los ideales deben responder en esta hora a las clarinadas de Rusia, México y Buenos Aires, donde la juventud ha levantado su voz contra las comedias que, con etiquetas de democráticas, se representan en escenarios que gravitan sobre los hombres del pueblo, dando al traste con los políticos, liberales en la oposición y conservadores en el poder, con los dogmas que eran bien cuando ninguno se tomaba la molestia de pensar y con los militares que son y serán siempre el sostén de los intereses de la burguesía. La verdadera democracia se abre paso y en la oscuridad de la noche en que principiara el siglo xx apuntan los primeros albores de un credo redentor.
“La democracia falseada, sostenida sobre cañones y bayonetas, donde los políticos de profesión juegan sube y baja o se erigen en directores de pueblos mientras se llenan los bolsillos, donde liberales y conservadores están atados por el estómago. La democracia de asambleas que se esgrimen como armas de partido y obligan los intereses del pueblo. La democracia de cuartel. La democracia donde se favorece al capitalista, en tanto el proletariado muere de hambre y no obstante se le explota con servicios obligatorios y contribuciones forzosas. La democracia donde al mozo se le paga un jornal nimio y al patrón corresponden todas las ganancias. La democracia que tiene en su presupuesto signados millones de pesos para el ramo de guerra y sumas ridículas para instrucción pública debe sustituirse por democracia perfecta hasta donde sea posible en el concepto humano, donde, para no decir más, pesen igualmente el capital y el trabajo y se pague más a los maestros que a los generales.
“El obrero, a quien se ha engañado una y mil veces con falsas promesas e ilusorias garantías, debe separarse de los partidos políticos para construir un partido obrero que exija el derecho que tiene en la dirección de los pueblos.
“Es necesaria la revolución de las ideas para no quedarse estancados en formas viciadas, poco conformes con las necesidades de la hora presente, cuando conservadores y liberales han defraudado las esperanzas del pueblo y, lo que es peor, comulgando con una democracia donde cada presidente, cada jefe político y cada ministro se convierten en mandarines y hay un buen número de leyes que los abogados saben interpretar y aplicar para hundir a cualquier hijo de vecino que se atreva contra las instituciones sarcásticamente llamadas democráticas.
“La hora actual es de la juventud y los obreros, que deben constituir ese gran frente y levantar el estandarte de la revolución social”.
En 1922, un año después de su escrito valeroso, claro, contundente, Miguel Ángel Asturias y sus compañeros fundaron la Universidad Popular, que tenía como objetivo educar a los trabajadores con propuestas pedagógicas progresistas, novedosas, democráticas; que buscaba formar personas libres. Por eso fue cerrada por el dictador de turno, Jorge Ubico, en 1933.
En Viernes de Dolores Asturias narra sus peripecias estudiantiles en la Universidad de San Carlos. Es un libro distinto, como todos los que escribió, y el más personal. También, uno de los más realistas (ahora que nada existe si no es con etiqueta, ¿se han puesto a pensar los académicos etiquetadores que Asturias puede ser uno de los iniciadores del realismo sucio?) y de los más festivos. El trabajo en la organización estudiantil y en las protestas para derrocar a Manuel Estrada Cabrera, en la Asociación de Estudiantes El Derecho, en la Huelga de Dolores (es uno de los autores de “La chalana”, la canción de guerra de los estudiantes sancarlistas hasta la fecha), en encuentros internacionales de estudiantes fue importante y valiente, dadas las características de la tiranía que le tocó enfrentar. Su trabajo no sólo fue intelectual, de creación literaria, sino de activismo revolucionario.
Pese a haber preconizado (tal vez sin haberlo leído a profundidad) que Asturias tenía en su contra estar “limitado a la temática revolucionaria”, en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura 1967, Anders Österling, el presidente del comité para el otorgamiento del palmarés de la Academia Sueca, reconoció: “Se le otorga el Premio Nobel a Miguel Ángel Asturias por la defensa que ha realizado de los peones y de la gente trabajadora de su país, y porque puso la poesía al servicio del hombre”. Asturias fue un hombre al servicio de la poesía —que impregnó toda su obra— que acompaña a quienes han luchado y luchan por transformar Guatemala. Sus libros siguen vivos porque hay lectores que se sienten arropados por su genio, por su portentosa creación.