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El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández salió de prisión en Estados Unidos tras recibir un indulto presidencial otorgado por Donald Trump, decisión que fue celebrada públicamente por su esposa, Ana García, pero que desató una ola de cuestionamientos por su impacto político y por la sombra de intervención estadounidense en la elección hondureña.
Hernández cumplía una condena de 45 años por delitos de tráfico de drogas y posesión de armas, tras un juicio en el que fiscales estadounidenses lo acusaron de convertir a Honduras en un “narcoestado”. Pese a esa sentencia y a la contundencia de las pruebas presentadas en su proceso, Trump aseguró —sin ofrecer evidencia— que el juicio habría sido un “montaje” durante la administración de Joe Biden.
La liberación del exmandatario ocurre en un momento particularmente sensible: a solo horas de las elecciones presidenciales en Honduras, cuyos resultados permanecen disputados. El indulto coincidió con la ofensiva de Trump para respaldar al candidato conservador Nasry Asfura, un apoyo que el propio líder republicano no ha disimulado.
Presiones, amenazas y mensajes políticos
En días recientes, Trump pidió abiertamente a los hondureños votar por Asfura, a quien calificó como el “único verdadero amigo de la libertad”, un gesto que diversos analistas consideran una intromisión directa en los asuntos internos de otro país.
La presión escaló cuando Trump amenazó con retirar apoyo financiero a Honduras si Asfura no resultaba ganador. “Si (Asfura) no gana, Estados Unidos no gastará más dinero”, advirtió en su plataforma digital, afirmando —sin sustento— que un líder distinto llevaría a resultados “catastróficos”.
El lunes 1 de diciembre, ya con la elección en suspenso, Trump dio otro paso: lanzó una advertencia sobre “consecuencias graves” si las autoridades hondureñas “alteraban” el resultado electoral. El mensaje encendió alarmas en círculos diplomáticos y académicos, que ven en este patrón una forma de presión política que compromete la soberanía hondureña.
La carta, el cabildeo y el indulto
La prensa estadounidense reveló que la decisión de Trump estuvo acompañada por una carta enviada por Hernández desde prisión, en la que el exmandatario apeló al ego del presidente estadounidense con elogios inusuales, refiriéndose a él como “su excelencia”. En el texto, Hernández afirmó haber encontrado “fuerza” en la supuesta persecución política que, asegura, ambos han enfrentado.
Sin embargo, esa carta no habría sido la única influencia. De acuerdo con el portal Axios, el indulto fue impulsado por el consultor político Roger Stone, aliado histórico de Trump, quien ha promovido narrativas de persecución contra dirigentes conservadores en América Latina. Stone cabildeó directamente con Trump para solicitar el perdón a Hernández, argumentando que ello revitalizaría al Partido Nacional de Honduras, el mismo que sostiene la candidatura de Asfura.
Un indulto que reabre viejas heridas
Mientras Hernández recupera su libertad, en Honduras crece la expectativa sobre su eventual retorno y las repercusiones políticas de un indulto concedido en un contexto electoral frágil, con un país polarizado y con la sombra de la injerencia extranjera.
El caso Hernández, lejos de cerrarse, parece abrir una nueva fase: una en la que decisiones tomadas desde Washington vuelven a condicionar la estabilidad institucional de Honduras y, según críticos, relegan la justicia a intereses políticos internacionales.