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'Tequila a Gogó', poesía y discriminación; un libro que documenta en México la guerra sucia

Los fragmentos de esta ruina, del pasado, son objeto para un lenguaje, sin embargo, límpido y sugerente en el uso más sensorial de la metáfora.

"Nadie nos escucha, sólo nosotros".

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En la historia de México existe un periodo oscuro conocido como la “Guerra Sucia” en la que se cometió desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales y violaciones graves a los derechos humanos por parte del Ejército; el estado de Guerrero fue el epicentro de esta operación donde el Estado es el responsable.

A pesar de la trascendencia política y social de este acontecimiento doloroso, en México, a ningún poeta le interesó este tema. Para la poesía, este suceso que está estrechamente vinculado a la desaparición los 43 normalistas de Ayotzinapa, no tuvo importancia, aparte de alguna que otra novela o crónica que lo abordan, todo lo que hay sobre este hecho pertenece al periodismo.

No fue sino hasta el año 2018, tras resultar ganador del Premio Centroamericano de Poesía Rodulfo Figueroa, que apareció publicado el único libro de poesía en México que se ocupa de la Guerra Sucia. Se trata de Tequila a Gogó, un ejemplo de la mejor poesía documental, hecha cuando ese tipo de recurso lírico no era de uso corriente como lo es hoy. Tequila a Gogó es un libro de poemas que se estructura sobre la base documental de los informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS); así como de testimonios directos, recogidos durante varios años de investigación del autor.

Brigada en la sierra.

Sin embargo, pese al premio recibido y a su importancia temática, el libro fue prácticamente borrado de la literatura mexicana. La ruindad de la “comunidad” literaria lo sepultó, y hoy es casi inconseguible. Esto se debió fundamentalmente a que el gobierno discriminó y excluyó al autor de cualquier política cultural de Estado por prejuicios basados en una acusación falsa hecha por personas vinculadas a grupos criminales en Acapulco.

Linchamiento contra el autor

Unos meses después de que apareciera publicado Tequila a Gogó, su autor, el poeta Jeremías Marquines sufrió un grave linchamiento mediático auspiciado y agravado por la Secretaría de Cultura Federal, a cargo, en ese entonces, de Alejandra Fraustro Guerrero y Marina Núñez Bespalova, funcionarias de Andrés Manuel López Obrador.

El 24 de octubre de 2019, el Consejo Directivo del Sistema Nacional de Creadores decidió instalarse en tribunal inquisidor y decretó ilegalmente (sin ninguna normatividad expresa y quebrantando la presunción de inocencia) suspenderle la beca del SNCA al poeta tabasqueño por sospechas. Esta decisión la tomó el consejo basada en una supuesta petición de Change.org, hecha con un perfil falso, según lo reconoció ese mismo sitio web. La supuesta petición, decía que debían quitarle la beca al poeta Marquines porque había sido acusado de violación.

La acusación, de la que el poeta no tuvo ninguna oportunidad de defenderse, resultó absolutamente falsa.

Así, el 27 de febrero de 2024, una jueza dictó sentencia definitiva absolutoria a su favor, por el supuesto delito mencionado al demostrarse la inexistencia del hecho que se le atribuía.  A este sentencia, se le suma la de fecha 02 de mayo de este año, a cargo del Magistrado de la Segunda Sala Penal Unitaria del Distrito Judicial de Tabares, que confirmó la sentencia definitiva absolutoria del 27 de febrero, causando estado la sentencia de origen, dando por concluido este asunto.

Pese a ser exonerado de toda acusación, el SNCA se negó a restaurar la beca que de manera prejuiciosa e ilegal le suspendió. Ante este hecho ominoso, el poeta y filósofo presentó una demanda de amparo que debido al paro judicial por la reforma de López Obrador aún espera resolución, así como una demanda por discriminación, daños y prejuicios en contra del Estado.

Acapulco forever.

Qué es Tequila a gogó

En este contexto de linchamiento y afectación de los derechos humanos por parte de una secretaría del Estado mexicano en contra del poeta Jeremías Marquines, es que aparece Tequila a gogó, paradójicamente, un libro que documenta violaciones a los derechos humanos, tortura y desaparición forzada en Guerrero.

Tequila a gogó tiene como personaje a Lucio Cabañas Barrientos (1938-1974). Cabañas cursó la educación secundaria en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, lugar en el que se destacó como dirigente estudiantil y se graduó como normalista a los 24 años, en 1963.

Lucio Cabañas es uno de los símbolos de la resistencia popular frente a la ahora denominada Guerra Sucia, un mecanismo de represión del Estado que, a lo largo de los gobiernos de Luis Echeverría (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982), enfocó sus fuerzas en desestimar y eliminar los focos de resistencia popular obrera y campesina, así como luchas, insurgencias y demandas por derechos básicos en diversas geografías del país.

“Vente a matar pájaros con nosotros, Lucio”...

Lucio Cabañas y su guerrilla fueron perseguidos, detenidos, torturados, desaparecidos y asesinados por militares, policías secretos de la Dirección Federal de Seguridad y por los policías comandados por Arturo Acosta Chaparro durante el gobierno del presidente Luis Echeverría y el gobernador guerrerense Rubén Figueroa.

La ‘Guerra Sucia’ fue mucho más letal de lo que las cifras oficiales sugieren. Aunque el gobierno mexicano reconoce mil 500 víctimas, el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) documentó 8 mil 594 víctimas de 11 violaciones graves a los derechos humanos entre 1965 y 1990, de las cuales el Estado es responsable.

Sobre este suceso doloroso en México, cuyas repercusiones llegan hasta los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el poeta Jeremías Marquines despliega con una destreza poco veces vista en la poesía mexicana, el uso de recursos inéditos para instalar una narratología lírica que documenta desde la poesía, uno de los capítulos más repugnantes de la política y el corrompido poder en México, manteniendo un riguroso equilibrio entre el decir poético y la referencialidad documental.

Jeremías Marquines. Foto Pascual Borzelli Iglesia.

Una reseña tardía

Al respecto de Tequila a gogó, el doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Alicante, Ignacio Ballester publicó una breve reseña en su blog “Poesía mexicana contemporánea”.  Este texto, junto con la reseña escrita por Vanesa Téllez titulado: Tequila a Gogó | No puede ser de noche todavía,  un texto publicado originalmente en el suplemento de la Jornada Semanal pero que después decidieron borrarlo, son quizá los dos únicos comentarios que se pueden hallar sobre este extraordinario y raro libro de poesía. Reproducimos la reseña de Ballester por la importancia para el conocimiento de esta obra.

Tequila a gogó, más que una discoteca en el tiempo

Tequila a Gogó (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2018) es un poemario de Jeremías Marquines (Villahermosa, Tabasco, 1968) tan peculiar como la historia que lo motiva. Los fragmentos de esta ruina, del pasado, son objeto para un lenguaje, sin embargo, límpido y sugerente en el uso más sensorial de la metáfora.

De alguna manera, este largo poema que mezcla géneros (como el narrativo o, incluso, el teatral; según la «narratología lírica» de Marquines) en los seis libros que componen (como los otros tantos de una de sus líneas referenciales, Max Rojas), en verso y en prosa, se vincula con el Premio Aguascalientes 2012, Acapulco Golden. La droga o la bebida recorren parte de la obra de este poeta que vive en Acapulco desde 1999. La decadencia, la ruina, hace evidente la historia de un Estado cuarenta años después.

Como señalan Alicia García Bergua y Balam Rodrigo en la presentación con la que cerramos esta nota, Tequila a Gogó, Premio Regional Centroamericano de Poesía Rodulfo Figueroa 2016 (con un jurado formado por Laura Solórzano, Jorge Sauza y  Carmen Villoro), recuerda a la discoteca homónima, la más grande de Latinoamérica, con el primer DJ, ligada a la desaparición de miles de personas durante la Guerra sucia. De ello se da cuenta en la nota introductoria (11) de manera explícita y, ya de forma más implícita, en la suma de textos que compone esta referencia, sin duda, para la poesía documental en México.

El niño Lucio Cabañas cuenta el relato como lírica testimonial guerrerense, según Rodrigo, con archivos y testimonios directos fundamentales para el acontecer de la tradición centroamericana. Según la redacción de Bajo Palabra, los personajes de este libro «deambulan en la afrenta y el cansancio acumulado. Son voces que provienen desde el pasado, pero al mismo tiempo anticipan el futuro más próximo y parece que, por la repetición, hablaran ya sin entusiasmo a una pared sorda que desiste de prestar oídos a algo que parece no inmiscuirse».

Tequila a Gogó.

Continuando la línea que representa el propio poeta en la contracubierta de Tequila a Gogó, su poética bebe de la realidad. Ya lo reconocía en esta entrevista de Cuarto Poder: «No le veo nada extraordinario ni grandioso al poeta, simplemente es un ser humano que tiene esa habilidad de poder desautomatizar la realidad y poder hacerla de otra manera, de familiarizarla, porque regularmente pasamos el día como estúpidos, siempre automatizados por los medios, por la propia cotidianidad».

La coloquialidad de buena parte del libro cabe, sin que sean forzados, en endecasílabos continuos como los del tercer verso: «el cambio de color de algunas nubes, las gotas de sudor en una herida» (15); con acento heroico en segunda, sexta, octava y décima sílabas. Se describe así el paso del tiempo de un espacio que representa un país y hasta un presente, como se decía con anterioridad. Uno de los símbolos, seguido por Isabel Zapata o Elisa Díaz Castelo, es el de esa piscina vacía y abandonada que todavía acoge a la naturaleza salvajemente inerte: «al abandono de las albercas donde siguen saliendo plumas a los / pelícanos muertos» (15; 65).

Si nos detenemos en cada una de estas aristas, hallaremos la hondura y el significado de un texto tras el paso de los años. En cursiva, como diálogo, entre comillas y corchetes se mezcla con la armonía trágica el tema de la muerte. Insectos como el escarabajo, en este sentido, recorren el paisaje decadente; por el que también transitan y cargan hormigas sanguinolentas (27, 45).

La metáfora se articula en primera persona sin necesidad de recurrir tanto al adjetivo: «Yo con la edad metida en los bolsillos, como un hilo de agua en el aire seco, con mis ojos igual a una corteza con sueño, preguntando si es así como se muere» (31). Ese tono infantil del que habla Balam Rodrigo equilibra con ternura lo que podríamos sentir como un escenario aséptico. Vence al olvido, pues, con numerosos recursos hasta concluir, como toda historia contada, en este caso desde la poesía, con un cierre o final que no deja pasar de largo el famoso hotel Boca Chica (73, que mencionábamos en Las noches son así (2018) de la ya citada Zapata). Estas son las últimas líneas de Tequila a Gogó:

“–¿Usted camina o flota?

Voy a tenderme en este escalón a engañarme con los ruidos de lluvia que hacen los escarabajos en los zapatos malpenados de mi padre, acordándome que no pudo calzárselos para la tumba o para dar puntapiés a una fruta podrida, en la época en que tlaca, tlaca, tlaca, con la maquinita, escribiendo quince o veinte cartas al gobierno, documentando el murmullo de esos granos que caen de los árboles.

–¿Qué ha sido?

–No ha sido nada, madre, ya casi termino.

–“Vente a matar pájaros con nosotros, Lucio”.

–No, ya no, nunca.

Nadie nos escucha, sólo nosotros” (76).

¿Por qué estas experiencias pioneras para Latinoamérica y el desenfreno son símbolo ahora de la violencia que se deja? Pese a todo lo que rodea a Marquines, es innegable la poética que pueden leer en las páginas web: Apuntes de un viejo lépero o La Otra. 

Aquí puede consultarse la reseña: (https://poesiamexicanacontemporanea.blogspot.com/2020/05/tequila-gogo.html?sc=1729034953701#c2036577023921792607)

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