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¿"Solución de Dos Estados" o Gesto Cínico? La historia de Oslo que desembocó en genocidio

La paz establecida entonces estuvo rodeada de abusos y torturas por parte del ente sionista.

los Acuerdos de Oslo de 1993 derivaron en genocidio.

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INFORME PENINSULAR

Por: Eduardo Serna

Casi en consenso total, más de 150 países en el mundo han expresado su apoyo al reconocimiento del Estado palestino. A esto se le ha llamado “gesto político”, y ha revivido la figura propuesta en los Acuerdos de Oslo de 1993. Pero si refrescamos la memoria, esos acuerdos derivaron precisamente en lo que hoy estamos presenciando: un genocidio.

La solución de los dos Estados, tal como se planteó en Oslo, dio como resultado la instauración de un Estado palestino débil, descafeinado y muy limitado, gobernado por la OLP (hoy prácticamente extinta), que más bien fungía como un celador de cárcel que como un gobierno independiente y autodeterminado.

La paz establecida entonces estuvo rodeada de abusos y torturas por parte del ente sionista. Lo acordado en Oslo, visto con lupa, se asemeja a una resolución absurda: sería como si un juez le hiciera prometer a un cónyuge golpeador que no volvería a “medio matar” a su esposa, y luego los devolviera a vivir bajo el mismo techo. 

Desde el inicio, el único Estado con derecho a tener un ejército era el ente sionista, y ese mismo ejército asumía la responsabilidad de “evitar la violencia”. Con el tiempo, quedó claro que esa solución no funcionó, y el resultado es evidente.

El actual impulso por reconocer la solución de los dos Estados puede abordarse desde varios ángulos, pero el principal, y del que menos se habla, es que responde directamente a la presión masiva de la población civil en todo el mundo. Las manifestaciones globales, ampliamente difundidas, han obligado a las instituciones internacionales a reconocer que se está perpetrando un genocidio.

Esta presión también ha empujado a los gobiernos a revivir la figura de los dos Estados, pero no podemos cantar victoria todavía. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU y una de las voces más sólidas al denunciar el genocidio en curso, ha señalado con claridad que una parte esencial del reconocimiento del Estado palestino es aceptar su derecho a defenderse. Si ese reconocimiento no va más allá de un “gesto político”, si no se traduce en acciones concretas para detener la masacre, entonces la presión debe continuar hasta lograr bloqueos económicos y militares contra el ente agresor.

Mientras tanto, en Gaza la gente sigue muriendo por bombas, por balas y por hambre. 

En este preciso momento la “Flota Sumud” conformada por civiles de muchas partes del mundo, se dirige hacia Gaza para intentar romper el bloqueo que impide el ingreso de ayuda humanitaria. Esta acción concreta demuestra, una vez más, que la unión hace la fuerza. Esa misma fuerza está presente en todas las manifestaciones que se han multiplicado alrededor del mundo. La gente unida sí hace la diferencia, y eso debemos tenerlo claro, lo que surja de todo esto marcará no solo el futuro de Palestina, sino también el nuestro.

En México la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, hizo un llamado de paz para que se detenga el genocidio; además explicó que el estado mexicano fue de los primero en recibir las cartas diplomáticas de la embajadora Palestina.

Por su parte el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha expresado con absoluta claridad (como lo ha hecho desde que se recrudeció el genocidio en este siglo) que la única solución real para salvaguardar al pueblo palestino del exterminio es la intervención militar internacional por parte de la ONU y de todas las naciones dispuestas a actuar.

Para detener al ente sionista, se debe actuar en unidad, y proceder a enjuiciar a todos los criminales genocidas, incluidos los cómplices. Entonces si, después de lograr eso que se repartan los premios novel de la paz y se den palmadas en la espalda, mientras tanto que no se baje la guardia hasta que haya justicia.

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