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Ciudad de México.— El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, descartó que los escoltas del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo Rodríguez, asesinado el fin de semana, tengan vínculos con grupos del crimen organizado.
“No hay ningún indicio de que los policías municipales que integraban el equipo de seguridad del alcalde tuvieran relación con la delincuencia organizada”, afirmó el funcionario federal.
Durante el ataque, ocurrido el sábado, uno de los escoltas del edil repelió la agresión y abatió a uno de los atacantes, informó Harfuch.
El secretario explicó que los policías asignados a la protección de Manzo formaban parte de su primer círculo de seguridad y que actuaron “conforme a protocolo”.
Identifican al agresor abatido
El cuerpo del agresor muerto no ha sido identificado oficialmente, indicó el titular de Seguridad, aunque se hallaron indicios en su vestimenta que podrían ayudar a rastrear su ruta antes del atentado.
“La persona no traía identificación. Tenemos imágenes de cámaras donde aparece en distintos puntos antes del ataque. En cuestión de tiempo tendremos su identificación plena, así como del grupo al que pertenecía”, señaló.
Operan varios cárteles en la zona
García Harfuch confirmó que en la región de Uruapan operan varias organizaciones delictivas, entre ellas Los Viagras, el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Blancos de Troya, pero advirtió que aún es prematuro vincular el ataque a un grupo específico.
“Sabemos qué células delictivas operan en la zona, pero no podemos adelantar conclusiones mientras siga abierta la investigación”, subrayó.
La Fiscalía General del Estado de Michoacán mantiene abierta una línea de investigación sobre la autoría intelectual y material del atentado.
Contexto
El asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, ha generado condena nacional y preocupación por la escalada de violencia política en el país. Tan solo en Michoacán, suman más de una docena de funcionarios municipales asesinados en los últimos años, en una entidad marcada por la disputa entre grupos criminales y la debilidad institucional.