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México.- La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que no asistirá a la inauguración del Mundial FIFA 2026, programada para el 11 de junio en el Estadio Banorte (antes Azteca). La mandataria insistió en que entregará su boleto oficial a una niña de escasos recursos, una decisión que, más allá del gesto, deja interrogantes sobre la relación del gobierno con un evento de impacto global y con los jefes de Estado que podrían asistir.
En conferencia matutina, Sheinbaum reiteró que su ausencia es definitiva:
—“¿No va?”, le preguntaron.
—“No”, respondió sin matices.
La presidenta sostuvo que su renuncia al asiento de honor obedece a un acto de “oportunidad” para quienes nunca podrían pagar un boleto. Sin embargo, el anuncio se da en un contexto donde México comparte sede con Estados Unidos y Canadá, y donde la presencia del presidente estadounidense Donald Trump y del primer ministro canadiense Mark Carney plantea un escenario diplomático que el gobierno federal aún no aclara.
Entre gestos simbólicos y vacíos políticos
La narrativa presidencial de renunciar al privilegio contrasta con la falta de definiciones sobre temas de mayor peso político. Sheinbaum evitó confirmar si México tiene ya información sobre la asistencia de Trump y Carney:
“Todavía no sabemos quiénes van a venir”, dijo, sin detallar avances en coordinación diplomática, a menos de un año del evento deportivo más grande del planeta.
La indefinición llega mientras Estados Unidos atraviesa tensiones políticas internas y mientras Trump, quien ya confirmó su presencia en el sorteo de grupos, ha hecho declaraciones polémicas sobre México en semanas recientes.
Aún sin decidir si viajará a Washington
A solo tres días del sorteo de la Copa FIFA 2026, Sheinbaum también mantiene en suspenso si acudirá a Washington D.C., pese a que Trump ya confirmó su asistencia. La mandataria dijo que “aún evalúa” el viaje:
“Yo creo que mañana les informamos”, declaró, posponiendo de nuevo la definición.
Un liderazgo ausente en una vitrina global
La ausencia de claridad, tanto sobre su asistencia a eventos clave como sobre el manejo diplomático, contrasta con el papel central que México busca proyectar como país anfitrión. Para críticos, la decisión de Sheinbaum de ceder su boleto es políticamente simbólica, pero no sustituye la necesidad de liderazgo en una vitrina internacional donde México deberá negociar seguridad, logística, presencia de mandatarios y coordinación trinacional.
Mientras tanto, la presidenta apuesta por un gesto emocional que, aunque mediático, deja abiertas más preguntas que respuestas sobre el rol de México en el evento deportivo más importante de los próximos años.
