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Por Lázaro Fierro
El mexicano promedio no tiene el hábito de la lectura. Una de las razones por las cuales los estudiantes universitarios desertan es la carencia de habilidades lectoras. Ni la escuela media superior y mucho menos la media básica los prepara para enfrentar el rigor que trae consigo el estudiar una carrera a nivel profesional.

Es muy triste escuchar comentarios como: «Cuando no puedo conciliar el sueño, abro un libro y antes de terminar la primera página me duermo» o «No puedo terminar la lectura a tiempo porque no puedo leer más de dos páginas sin quedarme a dormido». Expresiones como estas muestran que esas personas nunca adquirieron el gusto por la lectura, porque cuando un lo tiene, lejos de quedarse dormido al estar leyendo, se desvela por no querer abandonar el mundo mágico al que nos transportan los libros.
En otros países se leen hasta 18 libros en promedio. En México apenas se leen 3.4 libros por año. ¿Por qué tanta diferencia? ¿Qué hacen los otros países que nosotros no hacemos?
Cuando Vicente Fox era presidente de México, dijo que le iba a imponer el IVA a los libros porque las editoriales habían fracasado en hacer de los mexicanos buenos lectores. Recuerdo haber pensado cuando escuché esa declaración: «La obligación de hacer del mexicano un buen lector no es responsabilidad de las editoriales, sino del Sistema Educativo Nacional». Hoy en día el responsable del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, comenzó un programa llamado Vientos del Pueblo que ofrece libros a muy bajo costo. Con esto él espera que el mexicano se convierta en lector consuetudinario. Es triste para mí vaticinar que el programa no tendrá el éxito esperado. Una persona que no tiene el hábito de la lectura no se llevará un libro a casa, aunque este sea gratis.
En países como los Estados Unidos de América, el hábito de la lectura se fomenta desde los primeros años de la escuela elemental. Cada plantel educativo tiene una biblioteca con un promedio de 15,000 libros. Además, los maestros de grupo tienen una pequeña biblioteca de por lo menos 200 ejemplares. Es obligación del maestro el llevar a sus alumnos a la biblioteca escolar una vez a la semana. Durante esa visita, el bibliotecario o bibliotecaria les lee a los niños un libro corto y el resto del tiempo se usa para que los alumnos elijan un libro de su gusto que deberán llevar a casa y leerlo, ya sea con la familia o ellos solos. Tanto el maestro como el alumno mantienen una bitácora de libros leídos porque al final del año hay premios para los alumnos que más ejemplares hayan terminado. No basta con decir que ya se leyó tal o cual libro y escribir el título en el registro. Se debe probar que se ha hecho. Existen programas computacionales de lectura que tienen cuestionarios de cada libro contenido en el programa de lectura escolar que el alumno debe contestar para confirmar que efectivamente cumplió con la tarea.
Esa es la diferencia entre nuestro país y las naciones de otras latitudes: el Sistema Educativo Nacional. Si no tenemos bibliotecas ni siquiera en las poblaciones, mucho menos las hay en nuestras escuelas. Hace años se inició un programa llamado Rincón de la Lectura. El programa buscaba crear un ambiente propicio para que los estudiantes desarrollaran el hábito de la lectura, exploraran diferentes géneros literarios y se involucraran en actividades relacionadas con ese quehacer educativo. Pero los salones apenas tenían 10 o 20 ejemplares. Era obvio que no se obtendrían los resultados esperados.
Para que el mexicano sea un buen lector, es necesario que se fomente la lectura desde los primeros años de escuela. Eso requiere una gran inversión en infraestructura, así como en libros y demás materiales de lectura, pero se debe ya comenzar con ese esfuerzo porque entre más tiempo se posponga, más en desventaja estaremos en este mundo globalizado.
*Imagen extraída de WORLD POPULATION REVIEW