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Poesía y odio: del exilio platónico al mediocre activismo lírico en México

Un recorrido desde la calumnia que expulsó al poeta del logos hasta la degradación contemporánea de los premios literarios en México.

El deterioro del juicio crítico.

Table of Contents

Por: Jeremías Marquines. Segunda parte.

I. La calumnia fundacional: Platón y el exilio del poeta

La tradición de la poesía occidental comienza con Platón, y lo hace a partir de una calumnia (διαβoλη). En La Apología, el primer diálogo de Aristocles, se relata la falsa acusación contra Sócrates formulada por Meleto, un poeta mediocre manipulado por Anito —político vil— y secundado por Licón, orador o sofista.

El simbolismo de este diálogo es revelador:

  • Meleto encarna la tradición y la moralidad.
  • Anito simboliza el poder político y la riqueza.
  • Licón representa la opinión pública, el rumor.

Tres construcciones morales sobre las que se erige la sociedad y que, al parecer, van a moldear la figura del poeta tal y como se entiende hoy.

Platón inicia su cruzada contra los poetas basándose en las palabras de Sócrates: "No escriben poesía por sabiduría, sino por una suerte de genio e inspiración; son como adivinos o agoreros que también dicen muchas cosas hermosas, pero no entienden su significado."

Esa cruzada culminará en el libro X de La República con la expulsión de los poetas, un acto que los despoja del λoγˊ​oς−αˊληθˊϵια (logos-verdad), destruye la antigua tradición poética y bosqueja lo que hoy llamamos la literatura.

A causa de la calumnia de Meleto, Platón responsabiliza a los poetas de la muerte de su maestro —y, probablemente, su amante—, tal como se sugiere en el "espejismo fascinador" del discurso de Alcibíades en El Banquete. Los acusa de mentirosos, impostores y embaucadores. Le repugna que individuos de esa calaña, productores de "material irrelevante destinado a crear prejuicios mediante la distorsión o falsificación", se atribuyan la sabiduría. Sócrates lo sentencia: "Observé además que, gracias a la fuerza de su poesía, se creían los más sabios en asuntos en los que no lo eran."

Platón, en rigor, no condena a la Poesía, sino que expulsa a los poetas de su República. No obstante, este hecho es un destierro más profundo: los relega del logos como verdad esencial. Consuma su venganza condenándolos a un exilio perpetuo en un mundo señuelo donde reinan las apariencias. Desde entonces, nadie cree que lo que dicen los poetas sea verdad. Son condenados a producir habladurías por placer y entretenimiento, añorando una fama perdida.

Han transcurrido 2,424 años desde la muerte de Sócrates. En este tiempo, han existido solo un puñado de grandes poetas, excepciones luminosas a la condena platónica. La mayoría, sin embargo, siguen siendo —como él los vio— seres infamantes, ambiciosos, humanamente reprobables, expulsados para siempre de la dimensión del logos y de la verdad.


II. La mediocridad contemporánea: el vicio en los premios de poesía en México

"Cuando llegues a una bifurcación en el camino, tómala", dijo Yogui Berra.

Hace unas semanas, un texto apenas crítico sobre la preocupante situación de los premios de poesía en México fue publicado. Fui enfático, aunque pocos lo leyeron con atención, en que la crítica no se dirigía a los autores, sino a las instituciones y a los criterios de selección. Se discutían libros, no personas.

Afirmé que la poesía carece de utilidad pragmática: no puede cambiar nada en el mundo, al punto de que ni siquiera logra transformar a quienes se dicen poetas en mejores personas. Esta tesis fue demostrada fácticamente por la violenta y estigmatizadora respuesta que tuvo el artículo, donde quienes replicaron se sintieron demasiado importantes o humanamente superiores como para apedrear a otros.

En aquel artículo, señalé la tendencia a una escritura lírica temática y referencial, groseramente empobrecedora, centrada en el ansia de comunicar, de acusar, de calumniar: un proselitismo sin creatividad, enfocado en la necesidad de odiar. El activismo es una herramienta social válida, pero es reprobable suponer ingenuamente que puede llegar a ser poesía, que la poesía consiste en transmitir un mensaje, o que funciona como mecanismo de sustitución terapéutica para "sanar" traumas.


III. El caso "Anna y Hans": calumnia y activismo lírico

Uno de los ejemplos más significativos para ilustrar esta tendencia de escritura fundamentada en el ansia de odiar y la calumnia es el libro "Anna y Hans" de Karen Villeda. Este libro obtuvo el XV Premio Nacional de Novela y Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2020, y su autora fue posteriormente designada como directora de Literatura del INBAL.

El jurado que concedió el premio estuvo compuesto por sus amigas Gabriela Aguirre y Maricela Guerrero, mientras que el poeta Ramón Iván Suárez Caamal manifestó su desacuerdo. El libro fue publicado por el Fondo de Cultura.

El acta de las juradas, empáticas con el tema, argumenta el fallo por “su manejo del lenguaje poético a través de una desarticulación del mismo sin perder en ningún momento el carácter de comunicar pensamientos y emociones propio de la poesía. La selección del síndrome de Asperger logra desmitificar la diversidad sicológica, la enfermedad y su relación con el lenguaje, el género y la historia. Es un libro en el que el lenguaje se descoloca desde lo médico hasta una crítica a los supuestos científicos.” Es innecesario explicar que la poesía no trata de comunicar pensamientos y emociones. Eso no es ‘lo propio de la poesía’. Entonces, ¿qué tiene de anómalo este premio y esa acta?

A. La patraña documental

El libro de Villeda se funda en una patraña en su intento de "comunicar pensamientos y emociones" desde una supuesta "poesía documental". La autora declaró haber investigado sobre el científico austriaco Hans Asperger y lo que llama “la enfermedad”. Sin embargo, en lugar de investigar, la poeta recolectó (desde el prejuicio y los estereotipos de género) la propaganda sionista que inunda Internet, la cual calumnia a Hans Asperger, sistematizador del Trastorno del Espectro Autista, para elevar en su lugar a los investigadores judíos, Leo Kanner y Georg Frankl.

Libros calumniosos.

Las patrañas que Villeda recopila tienen su origen en el infamante libro Hans Asperger autismo y Tercer Reich del supuesto historiador Herwig Czech. Siguiendo esta línea, la poeta afirma, sin pruebas, que "Hans Asperger creía que el trastorno ‘que supuestamente’ descubrió no podía presentarse en las niñas." Algo absolutamente falso. Lo que se descubrió después es que las niñas "camuflan" sus síntomas para adaptarse socialmente, lo que dificulta su diagnóstico en comparación con los niños.

La autora manipula información dudosa sobre el psiquiatra austriaco para presentarla con un "enfoque de género". Además, estereotipa y banaliza, con un fin ególatra y protagónico, un padecimiento multifactorial y neurodiverso de etiología compleja. "Anna y Hans" es un ejemplo de esos libros temáticos que se han vuelto tendencia de escritura por la facilidad de ensamblar cualquier cosa de Internet y hacerlo pasar por 'investigación'. Se confirma lo que decía Sócrates: "gracias a la fuerza de su poesía, [los poetas] se creían los más sabios en asuntos en los que no lo eran.”

B. La estigmatización y la jerigonza

Un ejemplo del repugnante contenido del libro de Villeda es el siguiente párrafo, donde la autora escribe una serie de jerigonzas (a lo que llaman ‘descolocar el lenguaje’) con las que pretende ‘mostrar’ uno de los efectos del Síndrome de Asperger. Lo que logra, en realidad, es estereotipar a las personas con este trastorno, envilecerlas y estigmatizarlas como retrasadas o 'enfermas':

“¿Entonces, quién es Hans?/ Hans es caca. Caca. Calzón. Zónca. Caca y la endeblucha de letras aes. ¡Ah, eso! Solamente que había un calzón con caca, caca de calzón. Zonca. Zarandeada me dio Hans que es mi mami. Mi. Mi habita-ción. Ción, Ción, Ción es un lugar nuevo y ahí no hay nada malo. Lo que ella es. Espermatofitas es. Espera, Anna. Nada más la vi y me emocioné, vi la caca. Caccahual. Alamo. Mobiliario color caca. Cacahuate.”

“Caca. El pipí. Caca y Pipí. Pipí y Caca están hablando sobre mí./ Tengo piedras en la panza. Zampa. /Caquitas que son piedra./Dra, dra. Doctora. Dr. Asperger./ Caca tú primero tú y luego Hans”…

El jurado afirma que esto es “desmitificar la diversidad sicológica, la enfermedad y su relación con el lenguaje.” Si alguien puede justificar razonablemente, desde la literatura, estos sinsentidos y hacerlos pasar por poesía, entonces, la Poesía, en cuanto tal, debe cambiar de nombre.


IV. Conclusión: el exilio del Logos y la necesidad de odiar

La pertinencia de comentar este libro radica en que se convierte en un modelo avieso para otros proyectos de escritura, cobrando mayor relevancia porque la autora fue una funcionaria a cargo de políticas públicas de literatura, desde donde se promueve esta tendencia. Un ejemplo es el libro “Electrocauterización”, Premio Aguascalientes de este año, que anexo como ejemplo de lo que no es, ni será nunca la poesía.

Página del libro premiado con el aguascalientes 2025

Reitero, como en el artículo anterior, que la crítica no es a las y los autores; no es de interés público hablar de sus vidas privadas, de las desgracias que vivieron, ni de sus preferencias. Fui enfático al señalar que la crítica se dirige a las instituciones y a los jurados como parte de ellas.

La pauperización (mental) de la poesía mexicana reciente se debe a jurados superficiales, alienados por las políticas oficialistas y el activismo de tendencias. Para ellos, pesa más la coyuntura victimológica que la poesía como un pensar esencial que trasciende la referencialidad de los temas o las tendencias ideológicas. El rol de las instituciones de cultura es grave: actúan como organismos inductores o validadores de estas directrices políticas que asfixian y precarizan la producción lírica, en gran parte porque las y los burócratas de la cultura actúan más como activistas que como funcionarios públicos.

Cuando se conceden premios a libros que solo expresan la necesidad de odiar a sus semejantes, el rencor, la mediocridad y el mal gusto, solo queda intentar justificar la idiotez diciendo como hace el señor Fabián Espejel: “cada vez que me encuentro con hombrecillos acomplejados en internet, me da más gusto haber participado en un jurado que escogió un libro que pone nervioso a los machitos y que lo único que puedan decir, temblando, es esto no es poesía, seguro es agenda política, por qué no ganó mi libro de vírgenes y vestales”. La infantilidad de esta respuesta, sumada a una acusación calumniosa grave que deberá sustentar ante un juez, solo demuestra la validez de lo dicho en el texto titulado Premios de poesía en México: los vicios, la discriminación y la mediocridad.

Esta fue la solución calumniosa de Espejel a la crítica.

Hay muchas personas, incluso poetas, que ignoran que una denuncia no hace culpable a nadie. La culpabilidad debe demostrarse plenamente por quien acusa. Por ello, para aquellos que hicieron eco de una denuncia calumniosa y ya juzgada —como el señor Espejel, Lauri García Dueñas y una tal Esther M. García—, lo justo, en honor a la verdad, es que presenten sus pruebas ante la autoridad competente, no solo escudándose en lo que vieron en Internet. Las publicaciones de hace cinco años, de un hecho falso, lo único que demuestran es que fui calumniado, estigmatizado, que se me causó un daño irreparable y que ahora quienes las usan me revictimizan.

Dejé pasar varias semanas desde la publicación del primer texto esperando una respuesta inteligente y fundada para objetar lo que incomodó a varios, pero nadie lo hizo. Es una lástima que las y los escritores no tengan más argumentos inteligentes que la calumnia, el estigma y la descalificación ad hominem. Es una lástima que el ‘debate’ de la poesía se rebaje a chismes de redes sociales.

Resolución que deja firme sentencia absolutoria.

La validación de lo que pudiera ser la poesía no se funda necesariamente en el sentido, es decir, en aquello a lo que apunta el texto poético. Muchos confunden el poema con lo que se intenta decir o transmitir. El poema no es un mensaje ni una transmisión de nada; en todo caso, es algo que se encuentra entre lo impensado y lo por pensarse (una dimensión). El poema instala lo actual en el mundo, algo que no estaba ahí antes; en eso radica su radical extrañeza y autenticidad. Lo verdaderamente preocupante no son los temas, sino lo impensado. La poesía es un estar en medio de una cosa y permanecer en ella. Es lo que da qué pensar a pesar de que aún no pensamos. Es novedad súbita. ¿Pero qué de novedad tienen esos libros premiados por la estulticia mexicana? ¿Qué instalan en el mundo que no sea lo repetido? La poesía es un bien, una donación, en lo que significa ampliamente esa palabra. ¿Pero qué de bien tiene la frase: “Ningún hombre merece vivir”… “lo odio a él a todos los hombres que alguna vez pisaron la tierra”? La violencia que muchos dicen combatir está presente y demasiado viva en este tipo de escritura.

La poesía debe reaprender a pensarse desde un concepto de humanidad radicalmente otro, desde una estimación que ya no se sostenga en la absorción simbólica de la carne humana; precisa, por tanto, reconfigurar un punto inaugural que no emane de lo diabólico de la διαβολή ni del principio retaliatorio.

El poema no puede reducirse a un dispositivo ni a un artefacto destinado a arrojar nuestras carencias sobre el prójimo: constituye una topología del ser, una aparición que se cumple únicamente en su propio repliegue, en su retirada y en su ocultamiento. Tal disposición exige un aprendizaje, pues la Poesía no coincide con lo que habitualmente entendemos por literatura desde el género y la especie. Se afirma que la poesía cura y transforma; sin embargo, si no es capaz de operar una mutación en el propio poeta—si no lo sustrae al odio, al rencor y a la violencia—toda declaración al respecto deviene impostura, una coartada que nos reconduce, una y otra vez, a la antigua condena platónica. Entretanto, asistiremos a ver cómo el poema vuelve el rostro a la humanidad, reservándose…

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