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México: entre la neutralidad y la complicidad, la crítica a la postura de Sheinbaum frente al "genocidio" en Gaza

El reclamo es claro: romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel y tomar una posición más firme ante el conflicto.

Neutralidad que avala genocidio en Gaza.

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Ciudad de México - Mientras un número creciente de naciones, incluyendo potencias como Reino Unido, Canadá y Australia, han dado un paso simbólico pero significativo al reconocer formalmente al Estado de Palestina, la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum en México enfrenta una creciente presión para abandonar su "neutralidad" y adoptar una postura más contundente.

La noche del domingo, la Ciudad de México fue el escenario de una manifestación visual en el Monumento a la Revolución, donde activistas proyectaron frases como "Presidenta, condene el genocidio en Gaza" y "Neutralidad es complicidad".

El reclamo es claro: romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel y tomar una posición más firme ante el conflicto. La exigencia se intensifica a la luz de los recientes ataques en la Franja de Gaza, donde, según balances provisionales, el ejército israelí mató a al menos medio centenar de personas.

Un doble rasero en la política exterior

Si bien el gobierno mexicano ha mantenido su postura de abogar por una solución de dos Estados —reconociendo formalmente a Palestina en febrero de 2025 y condenando la hambruna en Gaza—, la crítica principal se centra en la aparente disparidad entre las palabras y las acciones.

La administración se ha apegado a la línea tradicional de una política exterior que busca el equilibrio y la no intervención. Sin embargo, para los manifestantes y una parte de la sociedad civil, esta posición es insostenible ante lo que organismos independientes de la ONU, relatores de derechos humanos y diversas ONG ya han calificado como genocidio.

La situación se vuelve aún más crítica al considerar que, en medio de la masacre, el ejército israelí ha intensificado su ofensiva con tanques que ingresaron a Gaza con el objetivo de tomar la capital y desplazar a un millón de habitantes.

El uso de drones para destruir infraestructura y los "anillos de fuego" causados por ataques repetitivos son un testimonio de la devastación. Con más de 65,000 palestinos muertos, incluyendo a más de 19,000 niños, el horror de la situación humanitaria es innegable.

La postura internacional y el silencio de México

La inacción de México contrasta notablemente con el movimiento coordinado de países como Reino Unido, Canadá y Australia, que este domingo hicieron público su reconocimiento del Estado palestino.

El primer ministro británico, Keir Starmer, fue contundente al afirmar que el reconocimiento busca "mantener viva la posibilidad de la paz" y que no es una "recompensa a Hamás". Su homólogo canadiense, Mark Carney, acusó directamente al gobierno de Benjamín Netanyahu de "trabajar metódicamente para prevenir la perspectiva de un Estado palestino".

El mensaje es claro: la comunidad internacional está tomando medidas para reavivar la esperanza de una solución de dos Estados, mientras critica a Israel por la expansión de asentamientos y las violaciones al Derecho Internacional. Incluso Portugal, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Rangel, anunció el reconocimiento de Palestina, sumándose a la ola de naciones que buscan presionar por una paz justa y duradera.

En este contexto, la postura de México parece quedar rezagada. A pesar del reconocimiento formal a Palestina, el activismo y las demandas ciudadanas demuestran que, para muchos, este paso es insuficiente. El reclamo de los manifestantes de proteger a los siete ciudadanos mexicanos en la "Global Sumud Flotilla", una misión humanitaria que busca llevar ayuda a Gaza, subraya la urgencia de una acción más concreta.

La crítica a la "neutralidad" de la presidenta Sheinbaum pone en el centro del debate la política exterior de México. ¿Hasta dónde puede una nación mantener una postura de aparente imparcialidad cuando la evidencia de una catástrofe humanitaria es tan abrumadora? Para los activistas, el silencio y la falta de una condena más enérgica no son signos de neutralidad, sino de complicidad.

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