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INFORME PENINSULAR
Por: Eduardo Serna.
La península de Yucatán es, sin duda, uno de los tesoros naturales más valiosos de México. Sus selvas ancestrales, sus costas vírgenes y sus arrecifes coralinos no solo forman parte del patrimonio ecológico del país, sino que sostienen la vida y la identidad de cientos de comunidades locales. Sin embargo, lejos de ser protegidos, estos recursos han sido históricamente tratados como botín por políticos, corporaciones y megaproyectos que prometen “desarrollo” mientras vacían los territorios de su esencia.
Un caso emblemático es el que hoy enfrenta Mahahual, un rincón del Caribe mexicano en el sur de Quintana Roo. La organización civil Salvemos Mahahual ha denunciado con contundencia un megaproyecto turístico impulsado por Royal Caribbean, el parque acuático “Perfect day México” avalado por autoridades locales y cuestionado por más de 300 mil ciudadanos que han firmado para su cancelación. ¿Por qué tanta resistencia? Porque detrás de las promesas de inversión y empleo se esconde un patrón ya conocido: la imposición, la opacidad y la exclusión.
Según el colectivo, la única “consulta” realizada por la empresa fue una farsa: apenas 35 personas fueron convocadas, una ínfima minoría frente a una comunidad de miles, sin acceso a información clara ni posibilidad real de cuestionar el proyecto. Las respuestas de la empresa fueron evasivas, y las supuestas “reuniones periódicas” y “canales abiertos” se han traducido en una comunicación unidireccional, donde la comunidad no tiene voz.
Manipulación de la necesidad
Peor aún, se ha denunciado que la empresa logró alinear a algunas asociaciones locales mediante “donaciones estratégicas”, asegurando de esta manera un respaldo aparente sin consultar a la mayoría. Este tipo de tácticas profundizan la fractura social, ya que los que sufren son los pequeños comerciantes, restauranteros y pescadores cuyo sustento depende directamente del equilibrio ecológico y social del lugar. En estos megaproyectos, todo se diseña para que el turista gaste dentro del complejo, sin que un solo peso llegue a la economía local. Así se consolida, paso a paso, el despojo moderno.
Otro punto crítico que señala el colectivo es la planta de tratamiento de aguas residuales que la empresa presume como un “valor agregado”. En realidad, se trata apenas del cumplimiento mínimo de la ley, una obligación, no un mérito. Y ni siquiera eso garantiza un impacto ambiental nulo. Basta mirar lo que ocurre en Tulum o en Cozumel, donde la saturación turística y la mala gestión de aguas residuales han generado graves daños a los mantos freáticos y a los arrecifes. Paradójicamente, Cozumel es un destino donde opera la misma Royal Caribbean, lo que demuestra que la empresa no solo conoce el problema, sino que forma parte de él.
Una empresa negligente
Las proyecciones mencionadas por el colectivo arrojan cifras alarmantes, ya que el megaproyecto prevé la llegada diaria de hasta 20 mil turistas, lo que generaría más de 2.5 millones de litros de aguas residuales y cerca de 70 toneladas de basura en un solo día. Multipliquen eso por 365 días y tendrán una idea del colapso ambiental que se avecina: contaminación de acuíferos, destrucción de manglares y playas, daño a los corales y acumulación de químicos provenientes de bloqueadores solares, aceites, etc.
La empresa asegura que implementará “cuidados ecológicos” y “monitoreo constante”, pero su historial dice lo contrario. Ha sido sancionada con multas millonarias en Estados Unidos por negligencia ambiental, lo que socava cualquier credibilidad en sus promesas actuales.
Pero el problema no es solo ecológico, también es ético y político. Como reveló el medio (Informador Caribe), Ari AdlerBrotman, ex titular del Instituto de Desarrollo de Financiamiento del Estado de Quintana Roo (IDEFIN), encargado de atraer inversiones al estado, ahora funge como director de Royal Caribbean México y es uno de los principales impulsores del proyecto en Mahahual “Perfect day México”. Este giro profesional no es inocente, representa un evidente conflicto de intereses que recuerda casos como el de Felipe Calderón e Iberdrola, señalado desde la propia Presidencia de la República como un ejemplo de corrupción entre el poder público y las grandes corporaciones.
Gobiernos entreguistas
Lo más preocupante es que este patrón se repite una y otra vez en la península de Yucatán. Gobiernos que se dicen “verdes” o “progresistas” terminan avalando proyectos que priorizan el capital extranjero sobre la vida de las comunidades y la integridad de los ecosistemas. Mahahual no es solo un destino turístico, es un territorio vivo,y su lucha no es contra el desarrollo, sino contra un modelo que confunde crecimiento con destrucción.
No se trata de rechazar inversiones, se trata de que los servidores de la nación y funcionarios encargados de proteger a la población y los recursos naturales hagan su trabajo, y no terminen trabajando para megaproyectos que despojan y cometen ecocidio, sumado a que no dejen derrama económica real en la población, sino que se convierten en otro caso de fuga de capital e intercambio desigual por mano de obra barata, sin derechos laborales, cómo históricamente se ha manejado la industria turística en la península. Se trata de defender el derecho de las comunidades, en las que estamos insertos, así como sus entornos naturales y a decidir sobre su futuro y proteger un rincón del Caribe que, como en otros casos, si se pierde, no volverá. Cómo siempre los invito a reflexionar y tomar acción.