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México.- Andrés Manuel López Obrador insiste en que su retiro tras dejar la Presidencia es absoluto, pero los detalles de su vida cotidiana parecen contradecirlo. Según explicó en un reciente video, en el último año realizó al menos cinco viajes a la Ciudad de México para acompañar a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y a su hijo menor, quien comenzó la universidad.
“Vengo y voy, muy discreto, para evitar los escándalos”, afirmó el expresidente, enfatizando que sus desplazamientos son de carácter familiar y no buscan influir en la política. Sin embargo, estos viajes calculadamente “discretos” ocurren en paralelo al lanzamiento de su nuevo libro Grandeza, que inmediatamente colocó a López Obrador de nuevo en el centro de la conversación pública.
El libro, promovido primero por Gutiérrez Müller en redes sociales, resalta la historia y la cultura mexicana, reforzando la narrativa de un AMLO pensador y reflexivo, alejado del debate político. Sin embargo, la manera en que se comunica —a través de videos, redes sociales y la mediación de su esposa— evidencia que el retiro no es absoluto, sino cuidadosamente administrado.
La presidenta Claudia Sheinbaum también ha celebrado la obra, vinculando el respaldo del expresidente con la continuidad del proyecto político de su gobierno. “No hay que hacerle sombra a nuestra Presidenta. Ella es la que conduce y lo está haciendo muy bien”, subrayó López Obrador, reafirmando su presencia simbólica incluso desde el “retiro”.
Más allá del contenido del libro, los viajes y la estrategia de comunicación revelan un patrón: un AMLO que mantiene visibilidad, controla narrativas y asegura su influencia en la esfera política sin aparecer directamente en la vida pública. La discreción del exmandatario, entonces, parece menos un retiro que una puesta en escena cuidadosamente coreografiada para sostener relevancia y legitimidad.