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La Trama de Tabasco: las tácticas de José Ramiro López Obrador, Sheinbaum y Adán Augusto en el caso Bermúdez

El caso de Hernán Bermúdez es un microcosmos de las complejas dinámicas de poder que definen a la 4T en su nueva etapa.

La madre de todas las contradicciones.

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La defensiva política y los discursos contradictorios

La reciente captura de Hernán Bermúdez Requena en Paraguay y su posterior extradición a México ha desatado una crisis de gran envergadura en la esfera política, con profundas implicaciones para la credibilidad de la Cuarta Transformación (4T) y sus principales líderes. Bermúdez, quien fuera secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tabasco de 2018 a 2024, fue detenido bajo la acusación de liderar "La Barredora", un grupo criminal vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Este evento no es un simple suceso judicial; se ha convertido en una prueba de fuego para la nueva administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, así como para la figura de Adán Augusto López Hernández, quien lo nombró en el cargo, y para José Ramiro López Obrador, hermano del expresidente y actual secretario de Gobierno de Tabasco. 

Ante la detención de Bermúdez, los principales actores políticos de Morena han reaccionado con discursos calculados, aunque a menudo contradictorios, que reflejan las tensiones internas en el partido. Las posturas de José Ramiro López Obrador y Adán Augusto López Hernández son particularmente reveladoras en este sentido.

La táctica de José Ramiro López Obrador

José Ramiro López Obrador, actual secretario de Gobierno de Tabasco y hermano del expresidente, ha adoptado una estrategia de minimización y delegación.

Al ser cuestionado sobre la posibilidad de una ola de violencia tras la detención, aseguró que Tabasco estaba "tranquilo" y que la disidencia delictiva "ha ido a la baja".

Sin embargo, esta afirmación contrasta con los reportes sobre el crecimiento de la violencia en el estado en los últimos años, un tema que se ha vuelto un punto de crítica central contra la administración de la que formaba parte. 

Su postura de delegar la investigación a las autoridades competentes es un claro intento de deslindarse del escándalo. Al ser interrogado sobre si se investigaría a Adán Augusto, respondió que "eso lo hace la fiscalía, no yo".

Esta posición, en apariencia imparcial, le permite mantenerse al margen del conflicto directo que se ha desatado entre las facciones políticas del estado. Además, su defensa de Adán Augusto, al argumentar que el caso no debe compararse con el de Genaro García Luna porque aquí "hay una investigación en curso", intenta trazar una línea moral entre el gobierno actual y los del pasado.

Esta comparación es un movimiento discursivo que busca legitimar el proceso actual, posicionando a Morena como una entidad que combate la corrupción en sus propias filas, incluso si ello significa defender a una figura polémica. La defensa de Adán Augusto, aunque indirecta, se presenta como una defensa del propio movimiento. 

Adán Augusto López: confiado y desafiante

La reacción de Adán Augusto López Hernández, quien fuera el superior directo de Bermúdez, ha sido de una confianza calculada y desafiante.

Desde el inicio, ha expresado su disposición a comparecer ante las autoridades y ha prometido "cero encubrimiento". El senador, conocido por su carácter, ha enfrentado los cuestionamientos de los periodistas con una aparente serenidad. Su frase más célebre, ante la pregunta sobre si teme que Bermúdez "cante", fue: "Pues sabe cantar, ¿no?". Esta respuesta no es una simple broma; es una declaración de poder que busca transmitir la idea de que no hay nada que temer, ni siquiera una posible confesión que lo incrimine. 

Sin embargo, la vulnerabilidad de su posición se hizo evidente cuando intentó defender su gestión en Tabasco. El exgobernador se jactó públicamente de una supuesta "caída del 50 por ciento en homicidios dolosos" durante su mandato.

Un análisis periodístico independiente de Serendipia desmintió esta afirmación, revelando que la reducción real de homicidios fue significativamente menor, tan solo del 23% al comparar los años completos de 2018 y 2021. La manipulación de datos se logra al comparar un año completo con solo ocho meses de otro, lo cual es una inconsistencia metodológica evidente. Este recurso a la falsedad para defender su gestión sugiere que la posición de Adán Augusto es mucho más precaria de lo que aparenta. La necesidad de fabricar cifras para demostrar un logro en seguridad revela la fragilidad de su discurso y la dificultad de defender su administración, en la que un secretario de seguridad presuntamente operaba como líder criminal. 

Un reordenamiento narrativo en defensa de la 4T

La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido el punto de anclaje de la narrativa oficial. Inicialmente, su postura fue de una firmeza inquebrantable: prometió "cero encubrimiento" y justicia "siempre que haya verdad". Al mismo tiempo, ha defendido a Adán Augusto, afirmando que "no hay nada que lo incrimine" y que la Fiscalía no ha presentado cargos en su contra. Esta defensa, dada la cercanía política entre ambos, es crucial para entender la dinámica de poder en el partido de gobierno. 

El aspecto más significativo de la estrategia comunicacional de la presidencia ha sido la introducción de una nueva narrativa para deslindar el escándalo de su movimiento y de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.

Sheinbaum afirmó que fue el propio López Obrador quien, en diciembre de 2023, solicitó la destitución de Bermúdez "en el momento que hay indicios de que esta persona tiene algún vínculo". Esta versión implica que la "limpieza" de la policía tabasqueña no es un inicio de la nueva administración, sino la continuación de una acción de su predecesor. Sin embargo, esta afirmación entra en contradicción directa con el registro público. 

La narrativa de que el expresidente ya tenía conocimiento de los vínculos de Bermúdez en 2023 se opone a declaraciones anteriores. El propio expresidente López Obrador, en octubre de 2022, había desestimado informes de inteligencia que vinculaban a Bermúdez con el crimen organizado, defendiendo a Adán Augusto como un "hombre honesto" y calificando los señalamientos como "ataques de la prensa conservadora".

La defensa del expresidente en ese momento fue contundente, al grado de llamar a Adán Augusto "su hermano" y cerrar el tema con la frase: "vámonos a desayunar".

La nueva versión de Sheinbaum no solo ignora estas declaraciones, sino que las contradice por completo. Este cambio en la narrativa es un movimiento político que busca usar el inmenso capital político del expresidente como un escudo moral contra el escándalo, proyectando la idea de que la 4T es un proyecto monolítico y consciente de sus problemas desde el principio.

Al presentarse como continuadora de una "limpieza" iniciada por su predecesor, Sheinbaum se posiciona como la legítima heredera de la cruzada anticorrupción, a pesar de las inconsistencias y de la defensa de un actor político tan controvertido como Adán Augusto. 

Tensiones y el futuro de las facciones en Morena

El caso de Hernán Bermúdez ha expuesto las profundas fisuras y la lucha por el poder entre las facciones de Morena en Tabasco, un estado de origen del movimiento y con gran peso político. El escándalo ha detonado una guerra de narrativas en la que las acusaciones veladas y las defensas públicas son movimientos en un tablero político complejo. La oficina de Adán Augusto ha buscado implicar a José Ramiro López Obrador, sugiriendo una "amistad" entre él y el detenido Bermúdez, una clara táctica para desviar la atención. Por su parte, José Ramiro ha buscado desentenderse, delegando la responsabilidad de la investigación en la fiscalía y evitando una confrontación directa. 

Las implicaciones políticas de la detención de Bermúdez para Adán Augusto son significativas. Aunque Sheinbaum lo defienda y el partido busque arroparlo, su figura está ahora bajo un escrutinio sin precedentes.

La detención de su exsecretario de seguridad cuestiona la efectividad de su gestión como gobernador y su credibilidad como líder político. La polémica lo ha "acorralado", y su futuro, en caso de tener aspiraciones para las elecciones de 2030, está comprometido.

El caso de Tabasco sirve como un "litmus test" para la política anticorrupción de Sheinbaum. La decisión de defender a un colaborador de su predecesor, a pesar de las sospechas y las contradicciones narrativas, podría ser vista como una señal de continuidad de las viejas prácticas de encubrimiento y lealtades políticas sobre la justicia. Este caso demuestra que, si bien la retórica de la "cero impunidad" es un pilar del discurso de la 4T, su aplicación interna está llena de tensiones y compromisos políticos. 

El riesgo de la credibilidad y el futuro de la justicia en México

El caso de Hernán Bermúdez es un microcosmos de las complejas dinámicas de poder que definen a la 4T en su nueva etapa. Las declaraciones de los funcionarios no son meros registros de hechos, sino movimientos calculados en un tablero político.

El análisis demuestra que la narrativa oficial, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha evolucionado para proteger la herencia política del sexenio anterior, incluso si eso implica contradicciones públicas. La afirmación de que el expresidente López Obrador fue quien solicitó la destitución de Bermúdez en 2023, al ser contrastada con sus declaraciones previas en 2022, se revela como una construcción estratégica para manejar una crisis y deslindar al movimiento de cualquier complicidad.

La defensa de Adán Augusto López, a pesar de las evidencias sobre la manipulación de cifras de seguridad y la detención de su colaborador más cercano, refleja la persistencia de las lealtades políticas sobre la rendición de cuentas. Este enfoque podría erosionar la confianza pública y generar un dilema de credibilidad para la nueva administración. El futuro del caso dependerá de la profundidad de la investigación judicial y de si las autoridades están dispuestas a seguir el rastro político, sin importar a quién conduzca.

El caso Bermúdez pone a prueba la capacidad de la administración para depurar sus propias filas. La ciudadanía observará si la retórica de la "cero impunidad" se traduce en acciones contra los allegados al poder, o si el caso se convertirá en un ejemplo más de cómo las redes de corrupción logran evadir las consecuencias políticas.

La crisis de Tabasco es un recordatorio de que la justicia y la política, incluso en un movimiento que prometió transformarlo todo, siguen siendo una danza delicada y a menudo contradictoria.

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