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La 4T celebra su séptimo año: ritual de Estado que muestra el uso político de los programas sociales

La convocatoria al Zócalo impulsada por Claudia Sheinbaum revive el músculo callejero del lopezobradorismo y exhibe la dependencia de la 4t a los programas sociales.

Zócalo, símbolo del poder político.

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Ciudad de México.- Siete años después de que López Obrador proclamara el inicio de un “cambio de régimen”, el movimiento que se autodefine como la Cuarta Transformación vuelve a ocupar el Zócalo para demostrar fuerza. Bajo el mando de Claudia Sheinbaum, hoy con niveles de aprobación históricamente altos, el gobierno federal ha convocado a una concentración que, lejos de ser sólo una efeméride, funciona como un ritual político de reafirmación del proyecto oficialista.

La llegada masiva de simpatizantes —transportados desde estados gobernados por Morena y difundida con entusiasmo por funcionarios federales como Rosa Icela Rodríguez— no se entiende sin el ingrediente que ha moldeado la relación de la 4T con las clases populares: los programas sociales convertidos en herramienta de lealtad electoral. En las encuestas, el mayor reconocimiento al primer año de Sheinbaum proviene precisamente de quienes reciben estos apoyos. El movimiento lo sabe, y lo capitaliza.

Zócalo cercado, Metro cerrado y un Estado movilizado

El festejo bautizado informalmente como “La marcha del Tigre” se tradujo en cierres viales, interrupciones del servicio del Metro y miles de personas pernoctando en la plaza pública más importante del país. La capital amaneció bajo una logística que exhibe cómo el Estado se articula en torno a la narrativa celebratoria de la transformación, incluso a costa de la movilidad de sus habitantes.

La línea entre un acto de Estado y un acto partidista vuelve a difuminarse. Autoridades capitalinas operan la logística; el partido en el poder moviliza a su militancia; la Presidencia llama a la ciudadanía a ocupar el Zócalo como señal de respaldo al proyecto; y López Obrador reaparece para ungir simbólicamente a Sheinbaum en plena plaza pública.

La épica del poder y la continuidad sin matices

El discurso de la Presidenta insiste en que la concentración será “histórica” y en que el pueblo ratifica “las conquistas logradas”. La épica es la misma del lopezobradorismo: el pueblo como sujeto unificado, el adversario como amenaza latente y el Zócalo como santuario político. La figura de Sheinbaum, que llegó al cargo con una cifra de votos inédita, es reforzada por un aparato movilizador que busca convertir los números electorales en presencia física y obediencia política.

La operación recuerda más a una campaña permanente que a una administración que rinde cuentas. La narrativa triunfalista ignora que el propio seguimiento ciudadano identifica la inseguridad como el principal fracaso del gobierno, a pesar de los aplausos programados en torno a la política social.

Programas sociales: de derecho constitucional a arma electoral

El proyecto presume que “el pueblo manda”, pero la reiteración en los discursos sobre los apoyos gubernamentales sugiere otra lectura:
la 4T ha convertido las ayudas sociales en el principal lazo emocional y electoral con su base. Los beneficiarios aparecen no sólo como ciudadanos, sino como guardianes del proyecto, cuyo deber es “defender la transformación”.

La celebración en el Zócalo ocurre además tras la obtención de la mayoría calificada en el Congreso vía el llamado Plan C, un logro auspiciado por la misma plataforma de programas sociales que cimenta la fidelidad al oficialismo. Con ese poder, la 4T se propone reescribir aspectos clave de la Constitución sin contrapesos, en nombre de un “mandato popular”.

Un movimiento que crece sin límites… ni frenos

Morena gobierna hoy 24 entidades y se proyecta como el partido hegemónico de la próxima década. La concentración de este 6 de diciembre no es solo una conmemoración: es una exhibición de poder en un contexto donde la oposición apenas logra movilizar a una parte del electorado joven, y donde el expresidente López Obrador —desde su retiro vigilado— reaparece para recordar que él sigue siendo el referente moral del movimiento.

Su mensaje reciente, en el que se reserva el derecho de volver a la política bajo tres circunstancias dramáticas, refuerza la mística personalista que ha marcado toda la 4T. Sheinbaum, por su parte, se apresura a afirmar que ninguna de esas amenazas existe, y que el pueblo está con el proyecto “por si había alguna duda”.

La marcha como espejo del poder

La movilización de este sábado revela que la 4T no sólo quiere celebrar: quiere volver a contar cuántos son y cuántos pueden llenar el Zócalo en nombre del régimen. En su séptimo aniversario, el movimiento que prometió desmontar el presidencialismo parece más decidido que nunca a cultivar una épica de poder, sostenida en el uso político de los programas sociales y en la mística que rodea a sus líderes.

La plaza se llena. El discurso se repite. La maquinaria se engrasa.
La transformación, en su versión más monumental y más megalómana, sigue marchando.

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