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Villahermosa, Tabasco.- La reciente encuesta pagada por “intereses ocultos” revela una narrativa que, a todas luces, busca consolidar la imagen de Javier May como un mandatario con respaldo popular, aunque la realidad dista mucho de ello y revela profundas contradicciones y signos de manipulación interesada.
Según estos datos, May ostenta un 66% de aprobación ciudadana, cifra que resulta difícil de sustentar dada la opacidad de su gestión: un gasto no declarado en encuestas que parecen diseñadas para crear un escenario favorable, mientras los problemas estructurales del estado se agravan. La aprobación, además, está a cuatro puntos porcentuales por debajo de la presidenta Claudia Sheinbaum, a un año de un gobierno marcado por la opacidad, la corrupción y la falta de resultados concretos.
Esta aparente popularidad, contrasta con el contexto: el hermano del presidente López Obrador, José Ramiro López, quien ocupa el cargo de secretario de Gobierno estatal, declaró poseer 18 ranchos y casi 900 cabezas de ganado sin haber trabajado en 30 años, un influencia corrupta que permea en la administración de May y alimenta la percepción de un nepotismo encubierto. La discordancia se profundiza al señalar que May presentó un informe de gestión en Villahermosa sin mencionar los 240 millones de pesos destinados al presupuesto de Cultura para 2025, que sencillamente han desaparecido, pues este año no hubo logros importantes que presumir, una muestra más de la falta de transparencia y de una gestión que prioriza las apariencias en lugar de resultados tangibles.
Por otro lado, la encuesta sostiene que durante su primer año, el 58% de la población considera que el gobierno estatal es igual o mejor que los anteriores, una afirmación que roza lo insostenible ante la realidad social marcada por la inseguridad, el narcotráfico y la corrupción, problemas que concentran el 50% de las menciones como principales preocupaciones. La realidad, sin embargo, es que esas cifras maquillan la desafección ciudadana y la debilidad de una administración que, en lugar de resolver, se dedica a alimentar una narrativa de logros con programas federales y campañas de imagen.
El respaldo partidista también muestra su cara más tersa. Morena mantiene una hegemonía en Tabasco, con 54% de identificación, mientras que los demás partidos apenas alcanzan cifras testimoniales. Destaca que casi una cuarta parte de los encuestados (24%) se declara apartidista, señal de una ciudadanía cada vez más desencantada de los partidos tradicionales y de sus aparatos de poder.
Finalmente, la firma Enkoll difunde estos resultados sin ofrecerlos gratuitamente, lo que sugiere una estrategia de control y manipulación de la información orientada a legitimar una gestión que, en la práctica, está lejos de los niveles de aprobación que proclama. En un contexto donde la desconfianza social crece, estas encuestas parecen más un artificio que un reflejo genuino del pulso político y social del Estado.