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Un equipo internacional de científicos ha descubierto extensas comunidades de organismos que viven en condiciones extremas en los fondos de las fosas oceánicas Kuril-Kamchatka y Aleutiana, a profundidades de hasta 9.533 metros. La investigación, liderada por Xiaotong Peng y publicada en Nature (2025), documenta la existencia de vida basada en la quimiosíntesis, un proceso en el que microorganismos obtienen energía a partir de compuestos químicos como metano e hidrógeno sulfurado, sin necesidad de luz solar.
Estas comunidades se encuentran en zonas conocidas como "seeps fríos", donde fluidos ricos en gases emergen del subsuelo marino a través de fallas geológicas. El hallazgo se realizó durante una expedición entre julio y agosto de 2024 a bordo del buque de investigación Tansuoyihao, que utilizó el sumergible tripulado Fendouzhe, capaz de alcanzar profundidades de hasta 11.000 metros.
Hasta ahora, se sabía de la existencia de comunidades similares en fuentes hidrotermales y zonas menos profundas, pero su presencia a estas profundidades extremas era solo una hipótesis con escasa evidencia. La nueva investigación no solo confirma su existencia, sino que documenta una distribución de más de 2.500 kilómetros a lo largo de ambas fosas oceánicas, desde los 5.800 hasta los 9.533 metros de profundidad.
Las especies observadas incluyen principalmente gusanos tubícolas del grupo Siboglinidae y almejas del tipo Bivalvia, acompañados por otras formas de vida adaptadas al ambiente rico en compuestos químicos, pero pobre en oxígeno y luz. En algunos puntos, se identificaron concentraciones de hasta 5.800 individuos por metro cuadrado.
Según el artículo de Nature, los fluidos que alimentan estas comunidades se originan a partir de materia orgánica que, en condiciones de falta de oxígeno en los sedimentos profundos, produce metano por acción microbiana. Este gas, en algunos casos, forma hidratos (compuestos sólidos de gas y agua) bajo la presión y temperaturas del fondo oceánico. No se detectaron fases gaseosas, lo que sugiere que el metano permanece atrapado en forma disuelta o como hidrato.
El hallazgo tiene implicaciones directas en el estudio de los ciclos de carbono y energía en los océanos profundos. Tradicionalmente, se creía que la vida en zonas hadales dependía exclusivamente de materia orgánica que descendía desde la superficie, como restos de organismos muertos. Sin embargo, estas comunidades sugieren que la producción de energía química puede tener un papel más relevante de lo que se pensaba.
Además, la presencia de altas concentraciones de metano y la posible existencia de hidratos de gas en estas profundidades podría tener relevancia para futuras investigaciones sobre reservas naturales de energía y sobre el papel de estos ecosistemas en el almacenamiento de carbono a escala geológica.
Dado que las fosas estudiadas comparten características geológicas con otras zonas hadales del planeta, los autores del estudio plantean que estas comunidades podrían estar presentes en otras regiones profundas aún no exploradas. Este descubrimiento abre nuevas líneas de investigación sobre los límites de la vida en la Tierra y sobre el funcionamiento de los ecosistemas más inaccesibles del planeta.