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México.- Sin ocultar el sello de continuidad del obradorismo, la presidenta Claudia Sheinbaum puso en marcha las llamadas Farmacias del Bienestar, un programa que funcionará como vía alterna para surtir medicamentos —principalmente para adultos mayores y personas con discapacidad— sin necesidad de hacer fila en los centros de salud.
La estrategia se enlaza con el programa Salud Casa por Casa, pieza clave del nuevo andamiaje sanitario y social que busca reforzar la presencia gubernamental hasta el último barrio.
El arranque se dio en 500 unidades de IMSS, IMSS-Bienestar y Tiendas del Bienestar en el Estado de México, con la promesa de que para marzo de 2026 el esquema opere en todo el país. Sheinbaum presentó los módulos como una solución “rápida y cercana” para surtir recetas de manera periódica, principalmente para enfermedades crónicas, cuyas recetas se entregarán durante las visitas domiciliarias del personal de salud.
Ariadna Montiel, titular de Bienestar, aseguró que el programa ya acumula más de 8.8 millones de consultas en casa y que los beneficiarios recibirán recetas con folio y código de barras que podrán surtirse directamente en las nuevas farmacias. Según el subsecretario Eduardo Clark, la primera fase cubrirá 22 medicamentos que, afirma, representan 80% de las necesidades de adultos mayores. El gobierno promete visitas bimestrales para renovar recetas y monitorear tratamientos.
Desde Naucalpan, la gobernadora mexiquense Delfina Gómez se sumó al despliegue discursivo, al presentar las farmacias como un alivio económico y médico para los sectores vulnerables. En la transmisión se multiplicaron los enlaces: Birmex presumió la “primera entrega” a una adulta mayor; delegados del IMSS-Bienestar y Bienestar en Ecatepec, Valle de Chalco y Atlacomulco reforzaron la narrativa de un avance “histórico” para la justicia social.
Sin embargo, el anuncio deja abiertas preguntas que el gobierno no abordó: ¿será suficiente un catálogo de 22 medicamentos para cubrir la variedad de padecimientos crónicos?, ¿cuál será la capacidad real de abastecimiento en zonas donde el desabasto ha sido persistente?, y ¿cómo se integrará esta nueva red a los sistemas estatales ya saturados? Por ahora, la administración de Sheinbaum apuesta a que la cercanía territorial —y la estructura de visitas casa por casa— compense las dudas. El examen vendrá cuando el modelo busque escalar a todo el país.
