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El Departamento de Guerra de Estados Unidos ejecutó este martes un nuevo ataque contra una lancha que, según su versión, era operada por una “organización terrorista designada” en el Pacífico Oriental. El saldo: dos personas muertas y un nuevo capítulo en la expansión militar estadounidense bajo el argumento del combate al narcotráfico.
“Localizaremos y destruiremos todos los buques que tengan la intención de traficar drogas hacia Estados Unidos para envenenar a nuestros ciudadanos”, advirtió el secretario de Guerra, Peter Hegseth, al confirmar la operación. El funcionario difundió en Truth Social un video del bombardeo, con un mensaje que repite la narrativa de “guerra preventiva” que Washington ha empleado durante décadas para justificar su presencia militar en la región.
De acuerdo con el comunicado, el ataque ocurrió en aguas internacionales del Pacífico Oriental, cerca de las costas de Colombia. Sin embargo, no se presentaron pruebas sobre la presunta relación del objetivo con redes de narcotráfico ni se identificó a las víctimas.
Con esta acción, suman más de 15 ataques letales y al menos 25 muertos desde que Estados Unidos desplegó fuerzas del Comando Sur cerca de Venezuela, en el Caribe, y más recientemente en el corredor marítimo entre Ecuador y Colombia.
A finales de la semana pasada, medios estadounidenses revelaron que el Pentágono preparaba una nueva fase de operaciones, esta vez contra objetivos terrestres, luego de que el presidente Donald Trump afirmara que el tráfico marítimo “ha sido controlado”. La declaración, lejos de anunciar una reducción de hostilidades, parece preludio de una escalada: Washington extiende su poder de fuego en el hemisferio bajo la misma lógica de siempre —la guerra como política exterior, el enemigo como pretexto.