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Por primera vez desde la revolución iraní de 1979, Estados Unidos ha atacado directamente instalaciones estratégicas dentro del territorio iraní. La noche del sábado, el presidente Donald Trump confirmó que aviones de combate estadounidenses bombardearon tres sitios nucleares clave en Irán, marcando un punto de inflexión: la entrada formal de EE.UU. en la guerra entre Israel e Irán.
“Hemos completado con éxito nuestro ataque contra los tres sitios nucleares en Irán”, escribió Trump en su red Truth Social, detallando que los ataques se centraron en las plantas de enriquecimiento de uranio en Fordo y Natanz, así como un centro de almacenamiento en Isfahán. El mandatario aseguró que todos los aviones ya están fuera del espacio aéreo iraní y de regreso.
Los ataques aéreos utilizaron bombas tipo “bunker buster”, capaces de penetrar instalaciones subterráneas fortificadas como Fordo, una planta crítica para el programa nuclear iraní. Aunque Israel había atacado días antes algunos de estos sitios con armamento convencional, solo EE.UU. contaba con la capacidad de destruir las secciones más profundas de estas instalaciones.
Altos funcionarios estadounidenses señalaron que la acción busca prevenir que Irán adquiera un arma nuclear, una línea roja que Trump ha reiterado durante su mandato. No obstante, la decisión llega tras días de señales contradictorias: mientras el secretario de Estado Marco Rubio aseguraba que EE.UU. se mantendría al margen del conflicto, Trump mostraba una postura cada vez más beligerante.
Analistas advierten que esta escalada podría desencadenar una guerra regional de consecuencias impredecibles. “Es una nueva fase, y potencialmente una muy peligrosa”, señaló Ray Takeyh, del Consejo de Relaciones Exteriores. Desde Irán, líderes políticos enfrentan ahora una presión interna para responder con fuerza.
Israel, por su parte, lanzó también una nueva ola de ataques contra misiles y arsenales iraníes, confirmando la muerte de tres altos comandantes de la Guardia Revolucionaria. Irán respondió lanzando misiles balísticos y drones contra territorio israelí.
El Departamento de Estado de EE.UU. inició la evacuación de ciudadanos estadounidenses en Israel y Cisjordania, según informó el embajador Mike Huckabee. Las opciones incluyen vuelos comerciales, charters o incluso evacuaciones marítimas, ante el cierre del espacio aéreo en gran parte de la región.
En el plano diplomático, el canciller iraní Abbas Araghchi denunció el ataque desde una cumbre en Estambul y habló de una “indignación sin precedentes” en el mundo islámico.
En Washington, legisladores republicanos respaldaron el ataque. El senador Roger Wicker lo calificó como una “decisión deliberada y correcta”, mientras que Lindsey Graham afirmó que “el régimen lo merece”. Trump, quien alguna vez se presentó como crítico de las “guerras eternas”, ha dado un giro que sus críticos ven como una contradicción de su discurso no intervencionista.
La pregunta ahora es si Irán responderá atacando directamente intereses estadounidenses, ya sea mediante sus fuerzas armadas o a través de milicias aliadas en la región. También se desconoce si el ataque afectará seriamente la capacidad de Irán para producir armamento nuclear o si cuenta con instalaciones alternativas.
Con este movimiento, el conflicto entre Israel e Irán deja de ser regional y se transforma en una confrontación directa entre Estados Unidos e Irán, con consecuencias potenciales para toda la estabilidad del Medio Oriente.