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'Ese animal voraz que es la familia', un viaje por las fachadas de una imaginación que nos desnuda

La doctora Flor de Liz Pérez analiza en esta reseña los roles narrativos de un libro de la escritora Magnolia Vázquez Ortiz.

Magnolia Vázquez Ortiz, escritora.

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Hoy quiero platicar de una mujer que conozco, parece que desde hace poco, pero en el fondo desde hace mucho. Quiero hacerlo en tres roles de la vida. Quizás ahí quede explicada ella, frente a las palabras que la describen. La activista, la escritora y el personaje. La primera es la referencia de su escritura, la segunda es la creativa y la tercera es la juega en el tiempo pasado para traerlo al presente. No son una sin las otras.

Uno

¿Qué es una obra, sin su autor? Probablemente una referencia que diluye su sentido de origen. De eso se trata esta obra editorial denominada Ese animal voraz que es la familia, que devela su autoría, a Magnolia Vázquez Ortiz, la que suscribe como su creadora.

De esta última puedo decir, poco, pero que esconde mucho. Siempre con saludos afectuosos, chuleando su vestuario. La vez que más me acerqué a ella fue en el activismo, cuando marchamos las dos por la avenida universidad, y hablamos de las “letanías” que se arengan en las movilizaciones sociales. Del movimiento #YoSoy132, de los desaparecidos de Ayotzinapa y otros que marcaron nuestro cuerpo social.

Más allá de las aulas, ella y yo nos encontramos en el mismo espacio, cuando marchamos, en diciembre de 2016 y 2017, por los pagos universitarios. Iba con su familia, sonriendo, reclamando nuestra pertenencia al mundo de la conciencia: bullía al tono de la fluxión donde transitaba el coraje y el placer de encontrarse con los comunes. Hablamos de las palabras y de la escritura, de esas fachadas que en el fondo son delatoras de nosotros mismos. De las que nos desnudan y dejan ver un rostro diferente de nosotros.

De niña fui silenciada. La palabra del adulto única autorizada para decir hablar opinar expresar deseo expresar poder. Aprendí a callar (…) Resisto ser uno de ellos castrante represor impío. Tanto aprehendí el mandato calla calla calla que mi boca balbucea cuando se abre.

Esa fue la mujer a la que me aproximé en un inicio. El rostro beligerante de una mujer que se hacía palabras. En esa ocasión la conocí sobre un presente que hoy es memoria.

Dos

El otro rostro se me presentó de forma invisible. De inicio provocó algunas lágrimas. La llamé para decirle que no podía andar por la vida provocando eso, pulsando venas que se rompen, que se quiebran en la fragilidad de las emociones.

Me gustó encontrarme en el camino con esa voz, suave, cuyo silencio tomaba forma en la memoria, configuraba un camino que salía del pecho para encontrar sus complicidades.

La Magnolia creativa tiene dos presencias; la de una autora que nos presenta, en 210 páginas digitales, una obra de dos grandes apartados, que se desarrollan en una especie capitulados que se tejen alrededor de algunas identidades y temáticas familiares.

I.             ME COMO MI PASADO

1.            RETRATO DE FAMILIA

•             Genealogía en corto

•             El origen

•             Me como mi pasado en 5 pasos

2.- SERENGETI

•             Me como mi familia en otros 5 pasos (10)

3.- PENTAGRAMA

•             Me como mi pasado en 5 pasos más (15)

•             Epílogo

II.- PERO YO DEFIENDO LA LOCURA

1.- LA BONDAD DE MI MADRE

•             Epílogo

•             VICTORIA

o             Grabando en off

•             SOLE

o             Grabando en off

•             PALABRAS DE VICTORIA

2.- PERO YO DEFIENDO LA LOCURA

¿Qué es lo que un lector agudo puede encontrar en ese tejido? Una técnica… o para ser más precisa, una gramática que pasa de manera conservadora a liberarse de las ataduras o reglas de puntuación. El logro es interesante porque el proceso disruptivo coloca al lector en posición de libertad, para dejar correr su mirada sobre textos que no tienen frenos; lo interesante es que el propio lector se los puede poner o puede dejar que las imágenes corran sin ninguna moldura u obstáculos que lo impidan. Es como si la autora comenzara a independizarse, y  tras ella liberara también al lector de sus ataduras lectoras.

El silencio te angustia El silencio te abruma Le das la espalda y al cerrar los ojos te vuelcas en un precipicio ancho y profundo Muy profundo Laberíntico Pretérito. (Fine 37)

En su escritura uno advierte dos constantes; que al inicio moldea los paisajes sobre una poética, que desnuda el vibrante acto emocional. La poesía encubre por su tamaño el mar profundo de la narrativa. Como aquella película francesa de Luc Besson, Azul Profundo (1988), cuyas imágenes tornadas sobre el azul, describían una historia hermosa y serena. Solo son pequeñas pistas, un engaño para ser atrapados en el mar. Los pequeños fragmentos poéticos, destapan la escritura en relatos cortos que se paran en muchos paisajes de la vida.

Es una narrativa donde los panoramas vivenciales cuentan el todo, como esa manera fouconiana de explicar una arqueología de la vida. Es el monumento de una vida, no la historia cronológica, eso a lo que Foucault se oponía, a la secuencia. Su escritura es un laberinto de muchas salidas donde los tiempo-espacio pueden ser muchos y todos al mismo tiempo.

Sobre sale un recurso vital que se pone en juego en el tejido, el de la memoria viva, que no se escapa del olvido, sino que su hace su presencia sobre la apariencia frágil y liviana de las imágenes que van pasando en el tiempo. Paul Ricoeur, lo describiría en Tiempo y narrativa, como el pasado que se hace presente.

Abre nuevamente el pasado hacia el ad-venir. Al sellar el vínculo entre transmisión y re-solución, el concepto de repetición logra a un tiempo preservar la primacía del futuro y el desplazamiento sobre el haber-sido. Esta secreta polarización entre herencia transmitida y resolución anticipadora hace, además, de la repetición una réplica, que puede llegar hasta la revocación del influjo del pasado en el presente (Ricoeur 2009: 743).

Tres.

En los relatos se desplazan personajes que hablan por sí solos, y en voz del narrador(a). En ellos se desnuda la lucha, el dolor, el coraje, la desesperanza, la soledad, pero inevitablemente se dibuja la cordura y la locura.  A veces me da la sensación que la locura tiene su cordura en ese mundo donde el cerebro no tiene tapujos para la imaginación. Los personajes operan como piezas sueltas que confluyen en un todo. Uno se va haciendo cómplices de sus sentires, de sus rabias y quereres. Los hijos, padres, tíos, hermanos, abuelos, no son buenos o malos. Solo son figuras voraces que se comen a su descendencia, como cronos devoraba a sus hijos.

Un hermano consentidor, una hermana transgresora, un padre defensor de su espacialidad, una madre que desentierra sueños y recuerdos, una abuela castrante, un tío borracho, otro tío luchador, otro abuelo preocupado, otra abuela fuerte, una tía loca, otra tía cuerda, etc., en ellos de despliegan vínculos, actos, formas de entender esa matriz compleja, que a veces libera y a veces contiene. En fin, una familia cuya metáfora se describe en un viaje que esculca en la intimada de sus protagonistas, el recorrido por ese viaje se dibuja en Serengueti, como los países frondosos de la vida que se extienden en un parque salvaje que guarda sus atractivos.

No era nada agradable para mí ver y escuchar esas escenas tan cotidianas de pleito familiar entre mis tíos y tías que llegaban de visita o entre mi abuela y mis primas que vivían con ella. (pág. 55).

Uno va descubriendo el personaje narrador, que carga con lo filial, con el parricidio de origen, a través de la palabra. Como Dostoievski lo hizo en los hermanos Karamazov, como Freud lo expuso en el análisis de Edipo; pero principalmente como Paul Ricoeur lo explica con el asunto de la finitud:

Ricoeur aboga por un descentramiento del sujeto en el mundo. El sujeto es sujeto de experiencia; ese mundo en el que el sujeto participa es llevado al lenguaje, se hace lenguaje. Ahí subyace su finitud. De ahí que la pluralidad de lenguajes sea índice de la pluralidad de experiencias, de la riqueza del mundo vital (…) La experiencia humana es múltiple, plural, y como tal tiene que ser considerada. (2014).

Magnolia, nuestro personaje, se devora a la familia; se torna autora y hace de la experiencia lenguaje, la hace texto, la vuelve palabra; esa es la muerte voraz más maravillosa de la vida; la que se muere y retorna como palabra. 

Ficha Técnica

Autora: Magnolia Vázquez Ortiz

Nombre de la obra: Ese animal voraz, que es la familia

Año: 2019

Formato: Digital

No. De páginas: 210

Editorial: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT). Colección Teodosio García Ruíz.

URL: http://publicaciones.ujat.mx/Culturales/FilesPublicaciones/files235/ese%20animal%20voraz%20que%20es%20la%20familia.pdf

*Flor de Liz Pérez Morales:

Profesora-Investigadora de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Es Doctora en Estudios Transdisciplinarios en Cultura y Comunicación (ICONOS), Maestra en Docencia (UJAT), Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UAM-X), Especialidad en Administración Pública.

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