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México.- El Fondo de Cultura Económica (FCE), fundado en 1934 por Daniel Cosío Villegas, ha sido históricamente la casa editorial que dio forma a la literatura mexicana moderna. Publicar a Juan Rulfo, Rosario Castellanos o Salvador Elizondo no solo fue un acto de fe editorial, sino un compromiso con la construcción del canon literario nacional. Sin embargo, la actual gestión del FCE, bajo la dirección de Paco Ignacio Taibo II, ha despertado inquietudes y polémica.
Paulina Lavista, esposa del escritor Salvador Elizondo, ha denunciado públicamente -en un artículo publicado por El Universal- que el FCE desechó la publicación de Noctuarios, libro que ya estaba en proceso de diseño y cuyo contrato incluso le había otorgado un adelanto. Según Lavista, la solicitud de reunión con Taibo II para tratar el tema fue ignorada y la editorial jamás ofreció respuesta, dejando el libro en un limbo editorial que ha obligado a buscar otras opciones de publicación tras más de cinco años de espera.
La denuncia de Lavista se suma a una serie de anomalías cuya responsabilidad recae en el editor favorito del régimen a cargo del FCE. Bajo la actual dirección se han privilegiado publicaciones de autores cuya obra, en términos literarios, resulta cuestionable por su mediocridad, en contraste con la tradición de excelencia que caracterizó al FCE durante casi nueve décadas.
La editorial que una vez impulsó voces fundamentales de la literatura mexicana parece haber modificado su criterio de selección, favoreciendo lo anecdótico o lo populista sobre lo literariamente sustancial.
El caso plantea un dilema central: ¿puede un proyecto cultural tan relevante como el FCE renunciar a su función de custodio del canon literario a cambio de una programación editorial más superficial o de impacto inmediato? Para críticos, escritores y lectores, el abandono de obras fundamentales como Noctuarios no es solo un desaire personal hacia la familia de Elizondo, sino un síntoma de un cambio en la misión de la institución.
Mientras tanto, los 14 títulos de Elizondo publicados por el FCE permanecen en el abandono, un silencioso recordatorio de que incluso las voces consagradas pueden quedar relegadas cuando la dirección de una editorial prioriza otros intereses.
La controversia de Paulina Lavista evidencia así un conflicto más amplio entre la historia y la gestión contemporánea del Fondo de Cultura Económica: la tensión entre la tradición literaria y las prioridades de un director que parece reinterpretar la misión de la casa editorial a su propio criterio.
El anuncio desde 2012
Una publicación de 2012 en la página de la Academia Mexicana de la Lengua señala que, el pasado 24 de agosto, Paulina Lavista, viuda del escritor Salvador Elizondo, anunció la próxima aparición de dos proyectos editoriales a cargo del Fondo de Cultura Económica (FCE).
El primero será una edición conmemorativa de los diarios que Elizondo escribió a lo largo de su vida, conformados por 83 cuadernos que permanecieron inéditos hasta 2008, cuando Lavista realizó una selección que se publicó en una revista. Este volumen, con título tentativo La punta del iceberg, abarca desde la infancia del escritor —cuando tenía entre diez y once años— hasta el nacimiento de su hijo Pablo, en 1982. Su publicación está prevista para diciembre próximo, con motivo del homenaje que CONACULTA rendirá al autor por su octogésimo aniversario de nacimiento.
El segundo proyecto consiste en la edición de los cinco noctuarios, como Elizondo llamó a los cuadernos donde registró apuntes durante diez años, de 1986 a 1996, realizados en noches y madrugadas. Su lanzamiento bajo el sello del FCE se espera a lo largo del año siguiente.
Finalmente, otro proyecto aún en desarrollo apunta a la publicación, en 2014, del Diario de la muerte, escrito por Elizondo desde que se le diagnosticó cáncer hasta su fallecimiento, el 29 de marzo de 2006.


