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Del “abrazamos a los jóvenes” al cerco metálico: Sheinbaum niega represión 'Generación Z'

La mandataria descalifica a los asistentes como “no jóvenes” y acusa a medios y redes globales de fabricar la idea de represión.

Murallas, discursos y culpables “externos”, la receta oficial.

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Ciudad de México.- En Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum negó que hubiese existido represión contra los participantes de la marcha convocada por la llamada Generación Z el 15 de noviembre, pese a que la jornada dejó más de un centenar de policías lesionados y una veintena de civiles heridos. La mandataria insistió en que el Estado “abraza a los jóvenes” y pidió a la fiscal capitalina, Bertha Alcalde Luján, investigar el origen de la violencia.

Pero, mientras la versión oficial se aferra al discurso de la no represión, la narrativa presidencial responsabiliza a un supuesto “grupo violento” que —según su dicho— arribó a la Plaza de la Constitución con herramientas para derribar la valla metálica que blindó Palacio Nacional, convertida desde hace años en muralla permanente para evitar cualquier contacto incómodo con la protesta social.

Sheinbaum atribuyó los hechos a una “operación” con mayor nivel de preparación que movilizaciones previas. Narró que, tras romper la valla, el grupo no intentó avanzar hacia la sede presidencial sino embestir a la policía capitalina durante horas. Y, de nuevo, respaldó la actuación policial bajo la premisa de que los elementos únicamente portaban escudos y no toletes, aunque reconoció que la corporación deberá revisar eventuales abusos documentados en redes.

La mandataria también colocó el foco en el financiamiento de la marcha, deslizando que la movilización no fue juvenil ni espontánea, sino amplificada por recursos “cercanos a los 90 millones de pesos”, presuntamente provenientes de la oposición y de un empresario no identificado. En su argumentación, abundó en que muchas de las cuentas que promovieron la protesta provenían del extranjero y que detrás de la movilización “hubo un impulso político”.

En su afán por desmontar la autenticidad de la protesta, Sheinbaum aseguró que los asistentes no representaban a la llamada Generación Z, sino que se trataba de los mismos rostros vinculados a la Marea Rosa de 2024: políticos del PAN, activistas opositores e intelectuales críticos al gobierno. Minimizar la presencia juvenil, sin embargo, funcionó más como estrategia narrativa que como análisis demográfico comprobable.

También aprovechó para exhibir una frase del dirigente nacional del PAN, Jorge Romero Herrera, repetida sin matices: “Lo que nos falta a la oposición es, literalmente, la violencia”. Si bien en su contexto original Romero añadió una aclaración que matizaba la frase, esa parte quedó convenientemente fuera del mensaje presidencial.

Sobre la cobertura mediática, Sheinbaum señaló directamente a una televisora —en clara referencia a TV Azteca— de impulsar la protesta mediante la transmisión del recorrido, reforzando la idea de que existe una maquinaria coordinada para promover la narrativa de la represión.

Aun así, la mandataria reiteró en varias ocasiones que su gobierno “no caerá en provocaciones”, frase convertida en estribillo oficial ante cada protesta que desafía el discurso de armonía entre el gobierno y los jóvenes.

Con una nueva marcha convocada para el 20 de noviembre, Sheinbaum esquivó definir si habrá desfile cívico y pidió esperar a cómo se desenvuelven “los próximos días”, mientras la policía capitalina enfrenta el escrutinio sobre su actuación y el gobierno insiste en reducir la protesta a una manipulación externa, más que a un síntoma de inconformidad social.

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