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Tabasco, México – La defensa de José Ramiro López Obrador, conocido como "Pepín" y hermano del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ante la revelación de su ostentoso patrimonio, no solo ha fracasado en disipar las dudas, sino que ha encendido la indignación.
Su justificación de que 13 ranchos, casi 700 cabezas de ganado y maquinaria millonaria son el "fruto de su esfuerzo" resulta un ejercicio de cinismo mayúsculo, dada la flagrante desproporción entre su riqueza acumulada y su nulo historial laboral en las últimas tres décadas.
El Milagro del Dinero que Brota de la Nada
El escándalo, centrado en la posesión de 13 propiedades rurales y la compra de 694 cabezas de ganado, expone un crecimiento patrimonial que desafía toda lógica económica honesta.
Los tabasqueños de la vieja guardia recuerdan que en 1990, "Pepín" era un simple ayudante —a veces chofer— de su hermano, sin una sola propiedad. Vivía a expensas de un modesto negocio familiar en Palenque.
Hoy, ese mismo hombre, sin empresas conocidas, sin grandes negocios privados y cuyo trabajo formal se ha limitado a contados cargos públicos (como el de alcalde de Macuspana, que dejó con una deuda polémica), es un acaudalado terrateniente.
¿Cómo es posible que una persona sin una fuente de ingresos demostrable durante más de 30 años pueda amasar una fortuna que supera los 8.6 millones de pesos solo en ranchos, además del costo de cientos de reses y maquinaria, incluyendo un tractor de 1.2 millones de pesos?
La Cínica Justificación: "Compré poco a poco"
La respuesta de José Ramiro López Obrador a la prensa es un ejemplo de desprecio a la inteligencia pública. Asegura que las críticas son una "cuestión mediática" y que sus propiedades son "chicas" y las fue comprando "poco a poco", producto de su "esfuerzo".
El cinismo de esta postura radica en dos puntos fundamentales:
Declarar no es Justificar: José Ramiro López Obrador parece creer que con solo asentar sus bienes en una declaración patrimonial (que por ley es pública) su riqueza queda automáticamente legitimada. Lo relevante no es que no lo oculte, sino que no pueda explicar el origen lícito de los recursos con los que adquirió estos bienes, en su mayoría, pagados al contado y sin créditos bancarios.
La Coincidencia de la Bonanza:
Ocho de los 13 ranchos del secretario de Gobierno de Tabasco, fueron adquiridos entre 2018 y 2024, precisamente durante el sexenio presidencial de su hermano, Andrés Manuel López Obrador.
Esta "coincidencia" temporal, sumada a la falta de ingresos que lo respalden, alimenta la sospecha de tráfico de influencias y enriquecimiento inexplicable a la sombra del poder.
Incluso al ser cuestionado sobre las fechas, "Pepín" titubeó y se enredó, reconociendo: "Seguramente, sí [fueron durante el mandato presidencial], pues él era eh… a ver, a ver, déjame que yo haga cuentas".
La tontería del "Compló": ataque de los "Poderosos"
Para desviar la atención de la injustificación de su patrimonio, José Ramiro recurrió a la narrativa política predilecta de su familia. Acusó que las críticas provienen de "los poderosos de este país" y de sus "jilgueros" mediáticos, quienes, según él, no le perdonan a su hermano haber usado los recursos públicos para los ciudadanos.
Esta maniobra, aunque trillada, busca sustituir un debate sobre transparencia y honestidad por una reyerta ideológica. Es un intento burdo de escudarse en el capital político familiar para evadir la pregunta esencial: ¿De dónde provino el dinero para la compra millonaria de ranchos y ganado de una persona que lleva más de tres décadas sin un empleo formal y productivo que justifique tal bonanza?
La fortuna inexplicable de "Pepín" López Obrador es un revés para el discurso de "austeridad republicana" y "no a la corrupción" que tanto enarboló su hermano. Para los tabasqueños, es la cruda evidencia de que, para algunos miembros de la élite política, el acceso al poder sigue siendo la vía más rápida y efectiva para el enriquecimiento personal, sin importar cuán cínica sea su justificación.