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Vecinos del Centro Histórico denuncian que la vida nocturna en calles como Regina y San Jerónimo se ha convertido en un espectáculo de impunidad y descontrol. Bares, antros y cantinas operan más allá de los horarios permitidos, mientras largas filas bloquean banquetas y calles, la música retumba hasta el amanecer y los puestos ambulantes proliferan sin regulación. La presencia policial es casi simbólica y no logra contener episodios de violencia, consumo de drogas o el riesgo constante para transeúntes y residentes.
Habitantes señalan que en la zona “no hay ni policías ni cámaras de video vigilancia”, mientras la venta de alcohol y drogas se realiza a la vista de todos, en lo que parece ser una tolerancia implícita por parte de la alcaldía Cuauhtémoc y la jefatura de Gobierno.
El descontento vecinal se suma a la tensión generada por los desalojos recientes, como el ocurrido en República de Cuba 11, donde persiste un plantón de familias afectadas. Entre lonas y casas de acampar, los residentes conviven con escenas de parejas que buscan encuentros íntimos, basura y vómito en banquetas y calles, que se convierten en baños públicos cada fin de semana.
A casi una década de las primeras denuncias, los vecinos aseguran que el descontrol nocturno se ha agravado ante la falta de regulación. Un recorrido por la zona contabilizó al menos una decena de centros nocturnos —sin incluir los locales de venta de alcohol— que organizan afters hasta las cinco de la mañana. Teresa N., vecina de la zona, relató: “Cada fin de semana esto se llena muchísimo, siempre hay fila… hay violencia, hay inseguridad, estamos enterados de que corren drogas, lo que genera un clima de inseguridad”.
Marcos N. añadió que al amanecer “parece guerra”, con personas intoxicadas tiradas en la calle, vomitando o arrastrándose, mientras los puestos ambulantes conectan ilegalmente sus instalaciones a la luz pública, carecen de extinguidores y dejan basura por doquier.
Los residentes sospechan que los desalojos recientes podrían obedecer a un plan para consolidar un corredor de vida nocturna en el Centro Histórico, mientras denuncian hostigamiento de trabajadores vinculados a bares de la zona. Señalan que la impunidad gubernamental permite que negocios clausurados por incumplir normas vuelvan a operar, promoviendo corrupción y riesgo constante para la comunidad.
La situación se agrava con el hallazgo de narcóticos en bares de la zona. El 14 de septiembre de 2024, tras un cateo, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), en coordinación con la SEDENA y la Guardia Nacional, aseguró un bar en Regina 12 que funcionaba como ‘picadero’ de cocaína. Se encontraron 99 envoltorios de papel y 100 bolsitas de plástico con presunta cocaína, aunque no hubo detenidos ni se aplicó extinción de dominio.
En otro domicilio de la colonia Morelos, Venustiano Carranza, se incautaron 102 bolsitas con presunta marihuana y 162 más con sustancia blanca similar a la cocaína; en este caso sí hubo detenciones de dos personas. Las autoridades aseguran que ambos lugares eran operados por el mismo grupo delictivo.
Para los vecinos, estos hechos evidencian la tolerancia de autoridades frente a la vida nocturna sin control, la proliferación de drogas y la falta de respuesta ante el deterioro de su entorno. Lo que para muchos es diversión y economía nocturna, para quienes viven en la zona se ha vuelto un peligro cotidiano: calles tomadas por la ingesta de alcohol y drogas, basura acumulada, inseguridad y un sentimiento creciente de abandono por parte del gobierno.