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A principios de este año, un equipo de quince elementos de fuerzas especiales mexicanas irrumpió en una casa de seguridad ubicada en el corazón de Culiacán, bastión histórico del Cártel de Sinaloa.
La entrada principal de la vivienda estaba reforzada con varias capas de acero que resistió los primeros intentos de acceso. Entonces los agentes tuvieron que utilizar un vehículo blindado para tirarla.
Dentro de la vivienda, los policías hallaron fotografías familiares de los Guzmán en las paredes, lo que indicaba que el objetivo había estado allí poco antes. Al avanzar por el inmueble, los efectivos se toparon con una segunda puerta blindada, también reforzada y a prueba de balas, que debieron derribar con un ariete.
Tras derribarla, encontraron una habitación repleta de armas de grado militar, imágenes familiares y una colección de gorras de béisbol autografiadas por estrellas estadounidenses, dedicadas a Iván Archivaldo y a su hermano Jesús Alfredo Guzmán.
Entre los objetos abandonados en la casa, las autoridades contabilizaron más de quince teléfonos desechables, varias computadoras portátiles y una habitación llena de recuerdos deportivos, según detalló un funcionario mexicano al medio estadounidense mencionado.
Pero la revelación más importante estaba en el baño de esa vivienda. Allí había un simple un gabinete, aparentemente común, repleto de artículos de higiene.
Pero este gabinete ocultaba la entrada a un túnel bien iluminado y lo suficientemente alto para caminar erguido.
Este pasadizo subterráneo se extendía a lo largo de tres manzanas hasta desembocar en una vivienda deshabitada, permitiendo a Guzmán desaparecer en el bullicio nocturno de Culiacán.
Por este pasadizo se fugó Iván Archivaldo Guzmán Salazar, líder de una de las facciones más poderosas del Cártel de Sinaloa e hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, de la reciente operación de fuerzas especiales mexicanas en Culiacán, Sinaloa, dirigidas para capturarlo.
Guzmán logró escapar de la redada a través de un túnel oculto, repitiendo tácticas de fuga que recuerdan a las empleadas por su padre y evidenciando el nivel de protección y apoyo local que le permite eludir a las autoridades.
Joaquín “El Chapo” Guzmán escapó, en 2015, de una prisión de máxima seguridad a través de un túnel de más de un kilómetro, equipado con una motocicleta sobre rieles, y un año después volvió a huir por un pasadizo oculto tras un espejo en Los Mochis, Sinaloa. Estas tácticas, ahora replicadas por Iván Archivaldo, han dificultado de manera significativa los esfuerzos de las autoridades mexicanas para capturarlo. (Con información de Infobae)